Por eso, en la ruta de los dictadores hacia “el diálogo”, nada más importante que elegir a los promotores, a los auspiciadores, a los amigos monitoreables que, camuflándose de “imparciales”, aparecen llamando a las partes a reunirse, a dialogar, a discutir, mientras se hacen la vista gorda cuando el dictador los alarga, los boicotea, los entorpece, los frustra, y acusa a la oposición de ser una fuerza violenta, golpista y enemiga de la paz y la negociación.
Una prueba concluyente de cómo se maneja un dictador para abortar un diálogo, la ofreció Maduro a mediados del 2014, cuando, después de una presión de la OEA, la ONU y UE para que se sentara a discutir acuerdos con la oposición, logró que fueran sus aliados de la UNASUR quienes se encargaran de dirigir el proceso, para tenerlos de su parte y hacer un trabajo común que frustrara las conversaciones y el presidente “que habla con los pájaros” quedará como si nada, como si no hubiera roto un plato.
Y otra más concluyente aun, se podría obtener si la MUD acepta el dialogo con Maduro que acaban de proponerle los expresidentes del gobierno español, José Luís Rodríguez Zapatero, de la República Dominicana, Leonel Fernández y el de Panamá, Martín Torrijos.
Y es que, en ningún sentido se trata, -como establece la doctrina que rige el tema de acuerdos entre partes discrepantes- de “terceros imparciales”, sino de un trío de señores que ideológica, partidista y hasta comercialmente, tienen vínculos con Maduro, y que, consecuentemente, en su gestión o iniciativa, no harán sino arrimar la brasa para la sardina de su socio o patrón.
Para empezar, de Rodríguez Zapatero, no puede decirse otra cosa, sino que, siendo un dirigente de la línea media del PSOE, ascendió, sorpresivamente, primero, a la Secretaria General del partido, y después fue electo presidente del gobierno español, pero para desempeñar una de la peores gestiones gubernamentales en la historia de la Península y, con la cual, se dice, comenzó la decadencia de la hoy en declive monarquía constitucional.
Y sin duda que, en ello jugó un gran papel su izquierdismo anacrónico, ingenuo y bobalicón (es el hombre del irreal e irrealizable “Diálogo de Civilizaciones) que, al par de hacerle un grave daño al bipartidismo, dejó a España desprotegida cuando irrumpió la crisis económica del 2008 que abrió las exclusas a organizaciones zapateristas y chavistas como “Podemos”.
Y ya que hablamos de Chávez, Zapatero, jamás criticó sus violaciones de los derechos humanos, su régimen autoritario y militarista, el despojo que hizo de las propiedades de miles de hacendados españoles que llevaban decenas de años viviendo y trabajando en el país y aislándose del liderazgo hispano que en la vocería de Felipe González y Mariano Rajoy, no le han dado tregua a la antidemocracia venezolana que representan Chávez y Maduro.
De ahí que, tanto Chávez, como Maduro, han usado a Rodríguez Zapatero como la contraparte de Felipe González, o el anti-Felipe, y el también llamado “Bambi”, se ha dejado usar.
¿A cambio de qué?, se preguntan en el siempre activo cotilleo político español: “De un reflotamiento en la olvidadiza política de hoy día”, dicen unos. “De unos buenos euros”, dicen otros.
Hablemos ahora de la segunda voz del trío, del afrodescendiente dominicano, Leonel Fernández, desde siempre un peón de Chávez, puesto que, como confesara recientemente un publicista, Céspedes, que trabajó en campañas de uno y otro cuando fueron candidatos, ya en 1998, Fernández. recolectó en la isla miles o millones dólares para la primera campaña electoral del teniente coronel.
Chávez no olvidó el gesto y financió con cientos de millones de petrodólares la campaña que llevó a Fernández a la presidencia en el 2004, y aun tuvo tiempo de arrimarles otros cientos de millones en la relección del 2012.
Pero más importante ha sido que, a raíz de las ayudas mutuas, Fernández, ha operado en el Caribe y Centroamérica como un agente activo, activísimo, del chavismo y el madurismo, primero consiguiendo cuantos votos fueran necesarios en la OEA, y el Caricom para imponer decisiones; después jugando un papel de primer orden en iniciativas como Petrocaribe o Petroamérica, de las cuales, cuentan, ha salido inmensamente rico.
Por último, nos referiremos al más light de los auspiciadores del diálogo, el panameño, Martín Torrijos (hijo del general, su heredero), ya una vez presidente de su país sin otra consecuencia que no hacer nada, y en realidad, el único comodín del grupo, el neutro necesario, pues si nunca ha dado muestras de arrebatos chavistas, tampoco los ha dado de antichavistas.
De modo que, entre estas joyitas tendrá que vérselas la MUD si acepta el diálogo propuesto por Rodríguez Zapatero, entre individuos que, ya empezaron diciendo que el evento es para solucionar los problemas que arrastra Venezuela desde la época precolombina, y sin acordarse de que, cualquier diálogo, acuerdo, o negociación en Venezuela debe empezar fijándole fecha, cronograma y calendario al ·Referendo Revocatorio” establecido en la Constitución y que versa sobre si el pueblo le revoca o no el mandato al presidente.
Y ese es el punto señores dialogantes, el único, exclusivo e inapelable punto: permitirle al pueblo ejercer el derecho constitucional de revocar o no el mandato de su presidente a la mitad del período, decidir si de la evaluación se desprende continuar o ser revocado, caso en el cual, deberá elegirse un nuevo presidente pasado un mes que comenzará otro período.
Y será el nuevo presidente, quien liderará “las grandes soluciones” que trae el trio Rodríguez Zapatero-Fernández-Torrijos en sus portafolios y que no tienen de “grandes” sino los laberintos por donde se internará el diálogo, mientras pasan los meses, vencen los plazos para salir del dictador, y lo veremos terminar su periodo en un cementerio de 28 millones de personas llamado Venezuela.
De ahí que la MUD, si bien como una organización representativa de las mayorías democráticas, no puede negarse a participar en ningún diálogo aunque lo auspicie el trio de chavistas y maduristas en cuestión, si debe poner en su agenda un solo punto: “Referendo Revocatorio”.
Y sin dar más ocasión a desplantes, controversias y desvíos, inscritos todos en la desesperación madurista de conseguir un segundo aire, de esperar que le den respiren boca a boca, o algún tipo de vida artificial para al final despertar en el soñado 2019.
Meta que, de alcanzarla, sería fatídica e ignominiosa para la democracia venezolana, puesto que, significaría que el más insignificante, casuístico, aberrante, y extraviado de los dictadores, logró, no obstante, esquivar las furias de uno de los pueblos más libres, democráticos y aguerridos del planeta.