Ha muerto la leyenda más grande del boxeo. Muhammad Ali, tres veces campeón mundial de los pesos pesados, se nos ha ido a los 74 años en un hospital de Phoenix (Arizona). Muhammad Alí es único, uno de los mayores referentes del siglo XX, un deportista que se reinventó unas cuantas veces y que fue el espejo de unos Estados Unidos convulsos y oscuros. Desaparece un icono, uno muy controvertido, eso sí. Una de esas figuras que definen a un país entero, una forma de pensar o de vivir.
“Imposible es sólo una palabra que utilizan los débiles que encuentran más fácil vivir en el mundo que les han dado, que explorar el poder que tienen para cambiarlo. Imposible no es un hecho. Es una opinión. Imposible no es una declaración. Es un desafío. Imposible es potencial. Imposible es temporal. Nada es imposible”.
La filosofía de este boxeador que un día se llamó Classius Clay era tan importante como su juego de piernas. El cine, por supuesto, no ignoró a este agitador, este bocazas, este provocador y este símbolo. Esta es la relación de Muhammad Alí con el cine.
Muhammad Alí, el grande
Cuando éramos reyes