La masacre de Orlando ha agitado la campaña presidencial en EE.UU., en la que los virtuales candidatos, el republicano Donald Trump y la demócrata Hillary Clinton, defendieron hoy fórmulas muy diferentes para combatir el terrorismo yihadista.
EFE
La matanza, perpetrada el domingo en una discoteca homosexual, se ha convertido en el tiroteo masivo más sangriento en la historia de EE.UU,, ha suscitado interrogantes sobre la seguridad del país y ha agitado la carrera por la Casa Blanca.
Las revelaciones de que el presunto autor del ataque, que causó 49 víctimas mortales, había sido investigado previamente por el Buró Federal de Investigación (FBI) ha dejado en el aire la duda de si se podía haber evitado el horror de Orlando (Florida).
También caldea el debate el hecho de que el supuesto tirador, el estadounidense de origen afgano Omar Mateen, de 29 años, jurara lealtad al grupo yihadista Estado Islámico (EI) antes de irrumpir en el club gay nocturno Pulse con un fusil de asalto y una pistola.
EL EI asumió hoy de nuevo la matanza y describió a Mateen como un “soldado del califato”, pero el presidente de EE.UU., Barack Obama, aseguró que no hay pruebas de que la matanza fuera “dirigida” por un grupo terrorista extranjero y formara parte de un plan más amplio.
“El tirador estaba inspirado por información muy extremista a través de internet”, aseveró Obama.
En el contexto, pues, del peor atentado en EE.UU. desde los ataques del 11 de septiembre de 2001, Trump y Clinton pronunciaron hoy sendos discursos para abordar la amenaza terrorista.
“Este iba a ser un discurso sobre Hillary Clinton (…) y lo mala que sería como presidenta (…). Pero hoy sólo hay una cosa que discutir: la creciente amenaza del terrorismo dentro de nuestras fronteras”, empezó diciendo Trump en Manchester (Nuevo Hampshire).
Tras guardar un momento de silencio en recuerdo de las víctimas de Orlando y describir la matanza como “un momento muy oscuro en la historia” de EE.UU., el magnate culpó del ataque a la “corrección política” de la política migratoria del Gobierno de Obama.
El multimillonario arguyó que el supuesto autor del ataque en Orlando pudo cometer el crimen porque “se permitió a su familia venir” a Estados Unidos desde Afganistán.
“Suspenderé la inmigración de áreas del mundo donde hay una historia probada de terrorismo contra Estados Unidos, Europa o nuestros aliados hasta que comprendamos cómo acabar con estas amenazas”, espetó el candidato republicano.
“Las leyes de inmigración de EE.UU. dan al presidente poderes para suspender la entrada en el país de cualquier tipo de persona”, señaló el empresario neoyorquino, favorable a normativas migratorias que “promuevan los valores americanos”.
En ese sentido, Trump reiteró su plan, ya presentado tras el ataque de diciembre en San Bernardino (California) por simpatizantes del EI, que provocó 14 muertos, de prohibir la entrada de musulmanes en EE.UU. para combatir la amenaza del terrorismo yihadista.
La prohibición -anticipó- sólo se levantaría cuando el país pueda escrutar “perfectamente” a quién accede a Estados Unidos.
Después, el magnate no dudó en cargar contra Clinton, a quien acusó de no tener “ni idea de lo que es el islam radical”.
“El catastrófico plan de inmigración de Hillary Clinton -advirtió- traerá mucha más inmigración radical islámica a este país, amenazando no sólo nuestra sociedad, sino todo nuestro modo de vida”.
Frente a ese tono belicoso, la ex secretaria de Estado se mostró más conciliadora en un discurso pronunciado en Cleveland (Ohio), donde ni siquiera mencionó a su rival republicano.
“Hoy no es el día para la política”, afirmó Clinton con diplomacia, un día después de la tragedia de Orlando.
“Este es un momento en el que todos los estadounidenses deben mantenerse unidos. El terrorista puede estar muerto, pero el virus que envenenó su mente sigue muy vivo”, afirmó la ex primera dama, quien canceló, debido a la masacre, el primer mitin de campaña que iba a dar junto a Obama el próximo miércoles en Wisconsin.
“Los esfuerzos para derrotar al EI en el campo de batalla deben tener éxito, pero hace falta más”, apuntó Clinton, al alertar de la “ideología retorcida y la psicología envenenada que inspira a los llamados lobos solitarios”, que no pertenecen a un grupo terrorista pero quedan atrapados en la influencia del islamismo radical.
“Como presidenta, haré de la identificación y la detención de los lobos solitarios una prioridad”, remarcó la candidata demócrata, en alusión al aparente perfil del supuesto asesino de Orlando.
Clinton también abogó por combatir la “radicalización en internet” y por reforzar el control de la venta de armas en EE.UU., pues Mateen pudo comprar legalmente material armamentístico pese a haber sido vigilado por el FBI.
“Si el FBI te está vigilando por lazos terroristas sospechosos, no deberías poder comprar un arma”, señaló la ex primera dama
Sin nombrar a Trump, Clinton condenó también la “retórica antimusulmana provocativa” y se mostró partidaria de “intensificar los contactos con esas comunidades, en vez de convertirlas en un chivo expiatorio o aislarlas”.
Tras los discursos de ambos aspirantes presidenciales, está por ver el impacto político que tiene la matanza de Orlando en la popularidad del magnate y la ex secretaria de Estado, a la espera de la publicación de una nueva oleada de encuestas.
De momento, EE.UU. intenta recuperarse de la masacre mientras las banderas ondean todavía a media asta en los edificios oficiales en recuerdo de las víctimas.