José Ignacio Guedez: ¿Cuánto vale el diálogo?

José Ignacio Guedez: ¿Cuánto vale el diálogo?

Queda claro a estas alturas que el tan mentado “diálogo” es una propuesta del Gobierno de Maduro como alternativa al revocatorio. Es la agenda del régimen para sobrevivir que cuenta con aliados internacionales. Lo cierto es que Maduro pide diálogo casi de forma desesperada y ya se sabe que está dispuesto a conceder muchas cosas, con la única condición de que no haya referéndum revocatorio este año. Pero, ¿Qué vale tanto para el régimen que a cambio es capaz de soltar a los presos políticos, reconocer a la Asamblea y hasta ceder puestos en el TSJ? Esa es la pregunta.

A riesgo de sonar fastidioso repetimos que a partir del 10 de enero de 2017 (en apenas seis meses) quedarán prohibidas constitucionalmente por hasta dos años las elecciones presidenciales. Si Maduro llega a ganar este corto tiempo que queda hasta pasar esa fecha mágica, logra que su eventual sustituto sea elegido por él mismo y nopor el pueblo. Y así pasaría con el sustituto del sustituto y con todos los que vengan hasta 2019. Dos años sin elección popular y con presidentes interinos ilegítimos. Para algunos optimistas este es el escenario de la transición en la que se podrá negociar con el chavismo un presidente de consenso, y no se percatan de que en esas circunstancias Maduro retomaría el control de la situación y acabaría con el “diálogo” que le permitió alcanzar esa posición de ventaja. Si acaso, habría un sucesor puesto a dedo por la cúpula del partido socialista. El caso concreto es,que evitando el revocatorio este año, el régimen logra garantizar su continuidad, y para eso se inventó la trampa del diálogo.

En el PSUV saben que no pueden medirse nuevamente en elecciones para no quedar desnudos como la minoría que son. Ni revocatorio ni regionales, el plan del Gobierno es evitar cualquier consulta popular. El caso es que después de salir del poder por el voto popular (esto vale para presidente y gobernadores) no hay ya nada que negociar e inevitablemente se tiene que rendir cuentas. Por eso, conscientes de que tienen el pueblo en contra, el chavismo prohíbe hacer elecciones y las sustituye con un diálogo controlado. En definitiva, el diálogo de Maduro significa en el fondo la sustitución de la voluntad popular por arreglos cupulares que les garantice la permanencia de sus privilegios y la impunidad de sus crímenes. Al parecer como que no era tan malo el pacto de Punto Fijo de Rómulo ni tan buena la democracia participativa de Chávez.

Por eso vemos incoherencias como las de Macri y Santos, quienes denuncian violaciones de derechos humanos de parte del Gobierno de Maduro pero proponen diálogo en vez de elecciones. ¿O sea que la constitución y la democracia ya no existen en Venezuela y la única salida es convencer a los verdugos que se apiaden del pueblo? Este año en Venezuela debe haber referéndum revocatorio y elecciones regionales, lo quiera o no Maduro, porque lo dice la Constitución. Negociar eso es renunciar a la representación política de una mayoría popular que exige cambio. Sería suicidarse en primavera. Pero el inexplicableengavetamientode la enmienda y el silencio sobre las importantísimas elecciones regionales, prenden las alarmas en cuanto al peligro de que la agenda del “diálogo” penetre en algunos sectores opositores. Exijamos elecciones, todas las que tocan y a las que tenemos derecho, ese es el único diálogo posible, el de una salida electoral oportuna. Revocar es un derecho y sacar del poder al 90% de gobernadores rojos rojitos es una necesidad. No podemos permitir que se acabe este año sin ir a elecciones. No puede haber un diálogo por encima de la voluntad soberana del pueblo. Sigamos con esta rebelión del voto que ha comenzado de forma exitosa con la verificación de firmas para el revocatorio.

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