Pero la caída de Maduro a la cual me refiero es la reflejada en la última encuesta de Datanálisis que cerró el 25 de mayo donde se evidencia que el 94,6% de los venezolanos tiene una valoración negativa de la situación del país. Con ese número ningún presidente gana ni siquiera la elección de una junta de condominio. Pero tan grave como lo anterior es el hecho que el 74,2% de los encuestados tiene una visión negativa de la gestión de Maduro como presidente mientras que apenas 23,0% mantiene una opinión positiva, cifras estas que evidencian un deterioro respecto a la medición de marzo de 2016.
Pero tal vez el indicador más importante acerca de la evaluación de Maduro sea el nivel de confianza. El 77,0% de los entrevistados tiene poca o ninguna confianza en Maduro en tanto que apenas 21,0% tiene confianza o alguna confianza en él. La confianza es la variable que está más correlacionada con la intención de voto cuando se realizan las elecciones. Como consecuencia de estos resultados, Maduro está arrastrando al PSUV y a las principales instituciones de la nación a una crisis de legitimidad ante la opinión publica. Así, el respaldo al PSUV que Chávez dejó en 53,3% en marzo de 2013, en mayo de 2016 se encuentra en 23,9% y con tendencia a seguir cayendo. Por su parta la MUD tiene una aprobación de 57,0%, más que el PSUV en su mejor momento. Un verdadero milagro, hecho por Maduro.
De las instituciones que el venezolano considera como apéndices del gobierno, ninguna de ellas alcanza el umbral de aprobación del 30,0%, mientras que el rechazo es mayor al 70,0%. Tanto la Fiscalía General como el TSJ son evaluadas favorablemente por solamente el 25,0% de los venezolanos. El CNE tiene un respaldo de apenas 28,0% y la FAN de 34,0%. Es decir, Maduro ha destruido el legado de Chávez, al PSUV y a las instituciones que el venezolano valora como satélites del gobierno, especialmente a la Fiscalía, TSJ y CNE. Esto es para reflexionar acerca de la reconstrucción de un país devastado económicamente y también institucionalmente.