Si hay algún modelo de gobierno que ha sembrado terror, barbarie y destrucción en Venezuela es el que implementó Hugo Chávez -personalista, militarista, totalitarista y populista-, y por cuyo afán de grandeza no le importó manejar las riendas del país como si se tratase de una pulpería, disponiendo del erario público a discreción, gastando y regalando sin control alguno la mayor bonanza petrolera de nuestra historia cifrada en 1,2 billones de dólares.
Como Atila, el huno y su caballo Othar, la dupla Chávez – Maduro llevó a Venezuela a la peor crisis económica, social y política de su historia republicana, hasta el punto de que “el chavismo multiplicó por nueve la deuda externa”, estimada en 34 mil millones de dólares en 1998 (a la llegada de Chávez al poder) y calculada extraoficialmente en 300 mil millones de dólares a 2016, según informó el miembro de la dirección regional de Primero Justicia en el estado Bolívar, Braulio Merino.
Merino, quien es economista de profesión, explica que los gobiernos sucesivos de Chávez y Maduro han contravenido la teoría más elemental de quien es considerado el padre de la macroeconomía, John M. Keynes, quien asignó hace casi 100 años un nuevo rol al Estado: mantener el equilibrio entre la oferta y demanda agregada para evitar los males producidos por las oscilaciones en el ciclo económico, caracterizados por inflación en la expansión y desempleo en la contracción o peor aún, llegar a la estanflación (inflación con estancamiento).
El Estado venezolano no solamente no ahorró en tiempos de vacas gordas, sino que permitió la peor fuga de divisas de nuestra historia, a pesar de un férreo control de cambio que se mantiene en vigencia desde 2003. A eso hay que sumarle el hecho de que, ahora en época de vacas flacas, no ha sabido ni querido aplicar las políticas necesarias para enfrentar la recesión, deflación o contracción económica.
De acuerdo con versiones extraoficiales, a Venezuela han ingresado aproximadamente 1,2 billones de dólares por concepto de petróleo desde 1999 hasta 2015, no obstante la cifra exacta se desconoce porque es política del Estado venezolano ocultar todo aquello que implique el manejo de recursos públicos.
Tal es así que al no haber transparencia en datos tan elementales como la producción de petróleo, el alcance de los convenios y acuerdos bilaterales y multilaterales firmados a lo largo de estos 17 años y los montos comprometidos y desembolsados, estamos en mora con la balanza de pagos, el Índice de Precios al Consumidor (inflación), la tasa de desempleo y la caída real de la producción.
“Todo se maneja como una caja negra. Son muchas las especulaciones en cuanto a los dólares que han entrado a las arcas del Tesoro Nacional, pero aún más en las divisas otorgadas a dedo para importar bienes y servicios básicos para satisfacer las necesidades del país. El gobierno se jacta de haber hecho la inversión social más importante de la historia, pero esa inversión no se refleja en la realidad que estamos viendo en estos momentos: escasez de alimentos que ronda 80%; de medicamentos que alcanza 90%; inflación superior a 200% en el primer semestre del año; 75% de la población viviendo en situación de pobreza y más de 30% viviendo en pobreza extrema; y una conflictividad social que se multiplica como el sarampión y que nos tiene al borde de una estallido social”, señaló el dirigente regional de Primero Justicia.
Fuga de divisas
Braulio Merino resaltó que el modelo chavista no actuó conforme a los dictámenes de la teoría socialista moderna keynesiana, pues a pesar de que Venezuela tuvo una época de expansión que comenzó en 1999 con el incremento del precio del petróleo, hubo una fuga importante de divisas “que fueron a engordar las cuentas bancarias de una élite de boliburgueses en paraísos fiscales”.
Ante la ausencia total de contraloría de los recursos públicos, se desconoce el destino de los petrodólares. “El gobierno se ingenió un conjunto de Fondos como el de Desarrollo Nacional –Fonden- (que entre 2005 y 2014 se supone manejó 119 mil millones de dólares), del cual se desconocen las erogaciones y destino final. Cuando los precios del petróleo subieron, la obligación de Chávez era ahorrar y no lo hizo. Sólo despilfarró a manos llenas, regaló a muchos países, saqueó las arcas de Venezuela y cedió el manejo de las divisas a menos del 3% de la población que hoy conforma esa élite de boliburgueses”.
Ese grupúsculo tiene depósitos por más de 470 mil millones de dólares en cuentas bancarias del exterior, mientras las reservas internacionales venezolanas están por el orden de los 12 mil millones de dólares, de las cuales 90% corresponden a oro monetario. Según Morgan Stanley, Venezuela está quemando sus reservas a un ritmo de alrededor de 1,6 millones de dólares al mes.
“En época de abundancia Chávez debió ahorrar como hicieron Kuwait y Qatar, países productores de petróleo. Qatar tiene hoy un superávit por encima de 700 mil millones de dólares y cuenta con el ingreso per cápita más alto del mundo de 10 mil dólares mensuales. En Venezuela, el ingreso per cápita es de 30 dólares mensuales. Si Keynes estuviera vivo catalogaría a nuestros gobernantes de irresponsables por haber permitido esa fuga”, agregó Merino.
El vocero justiciero cifra la deuda venezolana en más de 300 mil millones de dólares, aunque está seguro que Nicolás Maduro ni el propio Nelson Merentes, presidente del Banco Central de Venezuela (BCV), conocen el monto real. Solamente entre 2004 y 2014, los gobiernos de Chávez – Maduro crearon fondos para el endeudamiento del país estimados en 232 mil 882 millones de dólares y entre 2000 y 2014 firmaron acuerdos estratégicos, energéticos y de cooperación por 115 mil 610 millones de dólares.
“Chávez y Maduro son el ejemplo vivo del capitalismo salvaje más grande del mundo. Ese control de cambio impuesto desde 2003 ha creado una nueva casta de “amos del valle”. Venezuela tiene 30 millones de habitantes y esa distribución de la riqueza petrolera no se hizo equitativamente, porque hoy por hoy vivimos las peores iniquidades de la historia, parte de los petrodólares se destinó a proselitismo político y ese modelo no es sustentable en el tiempo, mientras que el grueso fue a parar a los bolsillos de una minoría que se jacta públicamente de sus riquezas. Lo peor de este modelo perverso es que no están dispuestos a rectificar sino a seguir con su idea loca de sostener el gasto público para mantenerse en el poder”, puntualizó.