La temporada taurina llega a su punto álgido en España y con ella el debate entre los aficionados a la tauromaquia y sus críticos, cada vez más numerosos, que ponen en aprietos una tradición íntimamente vinculada a este país.
La acritud alcanzó cotas máximas a principios de semana, cuando ciertos defensores de la causa animal se regocijaron en las redes sociales del fallecimiento de la joven promesa Víctor Barrio, corneado por un toro el sábado.
En la polémica incluso intervino el jefe del gobierno Mariano Rajoy, que el miércoles se mostró consternado por estos insultos “bárbaros”.
Unos días antes, militantes antitaurinos cubiertos de sangre falsa llenaron las calles de Pamplona (norte) para protestar contra el inicio de los tradicionales encierros y corridas de San Fermín, que culminan este jueves tras haber atraído miles de visitantes.
La tradición medieval del Toro de la Vega, en la que sueltan un toro por las calles del pueblo de Tordesillas (centro-oeste) para que los participantes lo persigan y lo lanceen hasta la muerte, podría tener sus días contados tras numerosos enfrentamientos entre asistentes y animalistas.
El parlamento regional de Castilla y León, de mayoría conservadora habitualmente defensora de la tauromaquia, prohibió en junio matar animales en público durante las fiestas tradicionales, apuntando a este festejo aunque sin nombrarlo.
“Conseguimos posicionar a toda la sociedad española en contra de este festejo”, celebra Silvia Barquero, presidenta del partido española contra el maltrato animal (PACMA).
Símbolo de los tiempos, en las elecciones legislativas del 26 de junio, este partido obtuvo 284.848 votos, superando por primera vez el 1% de sufragios.
– Los toros: ‘cultura de España’ –
Ante la presión de los defensores de los animales, los taurinos se unen para proteger esta tradición milenaria, declarada por ley patrimonio cultural en 2013 y que encarna según ellos la esencia de España junto al flamenco.
En 2015, crearon la Fundación Toro de Lidia para defender la tauromaquia y organizan manifestaciones de apoyo a este “arte”.
La tauromaquia es “la cultura de nuestro pueblo”, asegura Diego Sánchez de la Cruz, periodista especializado en la economía de este sector.
Los toreros son “héroes que son capaces de plantarle cara, una tarde y otra, a animales de 500 kilos”, añade este aficionado a este “rito, casi religioso, por su silencio, su rigor, su respeto a las formas…”.
“Podemos esconderlo con palabras, cultura, arte y rito, pero en la práctica es un toro al que se le clavan banderillas, se le clava una espada, se le mata, se le tortura”, replica Laura Duarte, portavoz del PACMA.
En las regiones de Canarias y Cataluña las corridas ya estaban prohibidas y con la llegada de gobiernos izquierdistas a numerosas ciudades, especialmente bajo el impulso del partido de izquierda radical Podemos, las medidas antitaurinas se extendieron.
Madrid, La Coruña (noroeste) o Valladolid (centro-oeste) suprimieron subvenciones o retiraron las corridas de sus fiestas municipales.
Valencia, la tercera ciudad española, prohibió los “toros embolados”, un encierro en el que se atan dos bolas de fuego a las astas del animal.
Es “maltrato”, defiende a la AFP Gloria Tello, adjunta de cultura en Valencia, “verdaderas aberraciones que van en contra de los derechos de los animales”.
Los contrarios a la tauromaquia muestran con orgullo las cifras del ministerio de Cultura según las cuales las fiestas taurinas, que incluyen principalmente corridas, disminuyeron de 2.290 en 2011 a 1.736 en 2015.
Pero el número de otras “fiestas populares” en las que se utilizan toros siguiendo tradicionales locales, como los encierros, aumentaron de 14.262 a 16.383, responden los defensores de la tradición, que atribuyen el descenso de las corridas a la crisis económica.
La “fiesta nacional” genera más de 50.000 empleos directos según la asociación nacional de organizadores de espectáculos taurinos.
“¿Qué pasaría con la ocupación hotelera del 100% que hay en Madrid en las semanas de San Isidro (mayo) si no hubiese un mes consecutivo de toros?”, se pregunta Diego Sánchez de la Cruz.
Incluso los taurinos utilizan argumentos ecologistas contra los defensores de los animales, señalando que la cría de toros de lidia fomenta la biodiversidad y preserva los paisajes españoles gracias a sus pasturas. AFP