El gobierno puede obstaculizar el desplazamiento de una marcha activando sus cuerpos de seguridad, pero lo que le resulta inevitable al régimen de Miraflores es que los venezolanos continúen expresando, con el aval de la Constitución de la República, su más enérgica exigencia por la realización del revocatorio contra Nicolás Maduro, y encaminar, así, al país hacia la verdadera democracia.
“Yo no estoy motivado por partido político alguno: yo estoy motivado por el hambre, por las necesidades y por la inseguridad que vengo pasando no solamente en las calles sino en los barrios”.
Testimonios con la contundencia de tal frase fueron recabados por los equipos de Prensa Unidad Venezuela, durante el desarrollo de las movilizaciones masivas convocadas este miércoles por la Unidad Democrática hacia la sede principal del Consejo Nacional Electoral (CNE), para exigir la activación de la fase del 20 % de manifestaciones de voluntad del mecanismo referendario.
El declarante, el señor José Rodríguez, desempleado proveniente de la populosa parroquia caraqueña de El Cementerio, está claro de que lo único que aspira es que el órgano rector del sufragio acate lo que dispone la ley.
“Vine a acompañar esta marcha para que el CNE y la rectora Tibisay Lucena cumplan con la Carta Magna y activen el revocatorio, que cumplan con Venezuela, pues. A todos nos acosa el hampa, nos acosa el hambre, nos acosa la miseria. Por eso estoy aquí”, manifestó a nuestros equipos periodísticos, desde las adyacencias de la Casa Nacional del partido Acción Democrática (AD), en la urbanización La Florida, uno de los puntos de partida del desplazamiento cívico.
Por su parte, a Nubia Santana, quien ejerciera como patóloga de la medicatura forense capitalina, la mueven consideraciones de carácter médico. “Estoy pidiendo el revocatorio porque hace dos años fui diagnosticada con un liposarcoma en una pierna, y hasta ahora no he tenido ni siquiera una consulta oncológica porque las unidades para tratarla están cerradas”, reveló con todo el dramatismo que envuelve su caso, desde las inmediaciones de Ciudad Banesco, en Bello Monte, el otro perímetro de inicio de la jornada en la calle.
“No hay medicamentos tampoco y la única solución que me dan es que tome calmantes, y si me da el dolor muy fuerte es que me ponen morfina. ¿Cómo vive un país con hambre y muriéndose lentamente? Yo ya estoy sentenciada a muerte por el gobierno y hago responsable a Nicolás Maduro de mi deceso. Y lo hago responsable de lesa humanidad por violar mis derechos humano”, dijo, evidenciando un lamento común a innumerables pacientes en esta desasistida nación.
Como un himno, se entona ‘referendo revocatorio’
Entretanto, la ama de casa Ayrim Díaz, no podía ser más directa en su reclamo: “ya estamos cansados de hacer cola, ya estamos cansados del presidente. Queremos salir de él, de la inseguridad y de todo esto que nos está atacando ahora”.
Aunque no acabó ahí su mensaje contra los personeros oficialistas: “Jorge Rodríguez está loco: esas firmas ya están validadas y esas personas que fueron a validar sus firmas no eran ni muertos ni menores de edad. Y eso lo hizo el CNE”, expresó con respecto la petición del alcalde del municipio Libertador y abanderado de la comisión pesuvista de seguimiento al revocatorio de que se anule a la coalición política opositora.
Otra dama que se desempeña en los oficios del hogar, Edith Pedrozo, de 64 años de edad, se mostró agobiada por la escasez de los alimentos y por la discriminación de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción. “Estoy cansada de salir a comprar los jueves, que es cuando me toca, y llegar a mi casa con dos kilos de harina de maíz para comer toda una semana. Eso no es vida: yo quiero un cambio para toda mi generación, para mis hijos, para los hijos de mis hijos. Ya no se puede comer ni avena, porque está en 3.500 bolívares el paquete de 800 gramos. Los CLAP son la humillación más grande del mundo. A Tibisay Lucena le pido por favor que nos dé el visto bueno para el revocatorio; ella no pasa trabajo ni hace cola”, indicó.
A su vez, Dalysé León, estudiante de Comunicación Social de la universidad Santa Rosa, aunque es joven está consciente de que “los venezolanos estamos en una dictadura. No hay un gramo de democracia. Maduro es nadie para decir si hay o no revocatorio: es nuestro derecho constitucional. Este año se tiene que ir”, espetó la cursante.
La sabiduría soberana no faltó. Por ejemplo, para Tania Pérez, de oficios hogareños, “aquí no hay guerra económica, aquí lo que hay es una incapacidad del presidente para gobernar. Los CLAP son una medida de chantaje para los venezolanos porque estas bolsitas ni siquiera sustentan para quince días a una persona, mucho menos a una familia numerosa. A mí jamás me han llegado. Estamos prácticamente en una dictadura porque no tenemos derecho ni siquiera a una protesta pacífica”, aseveró, mientras urgía a las rectoras del ente comicial a respaldar la solicitud de la mayoría ciudadana.
Finalmente, entre la multitud, el infaltable Rafael Araujo – o, para mejores señas, el “Señor Papagayo” -, exhibía su tradicional artilugio, requiriéndole, en esta oportunidad, a la Asamblea Nacional, que acometa su función contralora “para que el gobierno no raspe la olla”.
Y mientras sus cometas vuelan alto, como los sueños de los venezolanos, se siente de cerca la concreción de la libertad.