Pero las cosas han cambiado y actualmente el 92,9% de los venezolanos evalúa negativamente la situación debido al desastre que significa el gobierno madurista el cual está llevando al país a la ruina. El 73,4% de los entrevistados valora de forma negativa al gobierno mientras que un debilitado y con tendencia a bajar, 25,5% considera que lo está haciendo bien. Por su parte, el PSUV apenas cuenta con el 25,0% de respaldo cuando llegó a sostener 45,0% de apoyo hace dos años. Con estas cifras en su haber es literalmente imposible que el gobierno y partido puedan ganar ni siquiera las elecciones de un equipo de bolas criollas. Por eso su empeño, con la complicidad de Tibisay Lucena, de retrasar hasta donde sea posible la realización del referendo revocatorio y dejar sin anunciar la fecha para las elecciones de gobernadores.
El rostro de la crisis es el pueblo de Venezuela y su hambruna. Solamente el 38,8% de los venezolanos come tres veces al día mientras que el 44.0% lo hace apenas dos veces por día, no porque estén haciendo dietas, sino porque no consiguen alimentos. Ello ha determinado que más de 60,0% de los entrevistados culpe a Maduro y al gobierno de la crisis, mientras que el discurso de la guerra económica y su portentosa maquinaria de propaganda que lo lleva a cabo, luce desgastado con solamente 9,3% de los venezolanos que cree en esa tesis.
Desde el punto de vista de los bloques políticos, el 66,0% de los ciudadanos declara ser de oposición en tanto que un escuálido 27,0% simpatiza con el oficialismo. Dos datos adicionales resultan fundamentales de la encuesta referida. En primer lugar, el 37,0% de los venezolanos consultados piensa que la doctrina de Chávez debe ser mantenida pero el 55,4% considera que la misma debe ser descartada. Es decir, las ideas de Chávez, a pesar de la propaganda incesante ya no son atractivas y ello es natural que ocurra. En segundo, lugar el líder del PSUV con mejor valoración en el país no es Nicolás Maduro, sino Elías Jaua y el peor visto, desde lejos, es Diosdado Cabello, quien aparentemente tiene mucho poder pero un enorme rechazo. Esos dos hechos son para pensar tanto en el futuro de un gobierno tambaleante como de un partido que, con su actual conducción, no es ni la sombra de que fue. No obstante, con una nueva dirección política ese partido puede jugar un papel en la Venezuela que ahora abre los ojos al cambio.