Los venezolanos lloraron la muerte de Oliver Sánchez, un niño de ocho años con un linfoma de Hodgkin y cuyos últimos meses fueron una constante lucha para ubicar los medicamentos que necesitaba para su tratamiento. Tres meses antes, el adolescente de 14 años Maikel Mancilla Peña murió tras convulsionar durante cinco días por falta de la medicina Lamotrigina, publica El Nuevo Herald.
JOHANNA A. ALVAREZ
jaalvarez@elnuevoherald.com
Ahora Camila Alzate, de ocho años y quien tiene síndrome de Dravet que le causa convulsiones constantes, lucha por sobrevivir sin sus medicamentos en un país donde se estima que la escasez de las medicinas es del 85 por ciento y la situación parece agravarse cada día.
Como miles de otros venezolanos, su madre Cristina Nogueira vive el calvario de buscar los medicamentos que requiere su pequeña para vivir. Angustiada, ha optado por conseguirlos en el exterior pues explica: “Aquí no los hay, aquí no hay
Las historias desgarradoras de venezolanos de todas las edades que buscan desesperadamente medicinas que pueden significar la vida o la muerte, desbordan por las redes sociales y los medios de comunicación, en reflejo de la grave crisis de la salud que atraviesa el país.
“No hay palabras para explicar el dolor que puede sentir una madre cuando no hay una medicina para su hija que las necesita para no tener que inducirla en un coma para que su cerebro no se vea más afectado”, dijo Nogueira con la voz entrecortada del llanto.
Ante la crítica escasez de medicamentos en el país suramericano, parte de la comunidad venezolana de la Florida -calculada por Pew Center Research en el 2015 en unos 105,000 personas — se ha volcado en solidaridad para ayudar desde el exterior a sus compatriotas, sea recolectando medicamentos o enviándolos de manera gratuita.