El ministro recién designado cumple con el ritual. Anuncia un nuevo plan, será el número veinte y cinco. Como siempre no estará acompañado de una evaluación. Los veinte y cuatro anteriores no han sido exitoso, por el contrario el fracaso en materia de seguridad ha sido una constante. Sigue siendo uno de los más graves problema que confrontamos, solo superado por la terrible inflación y la espantosa escasez.
Entre tanto aparecen nuevos y sofisticados delitos. Las bandas organizadas poseen armas de guerra de las más modernas, las granadas fragmentarias forman parte esencial de su arsenal.
El mes de julio se registraron 535 muertes violentas en la regional capital, ratificando así su condición de ciudad más violenta del mundo. Nuestro país se ubica como el segundo más violento, después de Honduras, el año pasado hubo 27. 875, lo que significa una taza de 82 muertos por cada cien mil habitantes, ocho veces más que el promedio mundial. Una de cada cinco muertes violentas en América ocurre en Venezuela.
En Foro organizado por la Fundación Espacio Abierto hace un par de meses donde participaron especialistas como el abogado criminalista Fermín Mármol García, el periodista Javier Ignacio Mayorca y el padre Alejandro Moreno surgieron importantes revelaciones.
Fermín Mármol expuso la tesis sobre la existencia de ocho bloques criminales, Mayorca detalló rasgos del comportamiento de las bandas de “El Picure” y “Juvenal”, lo que más resultó llamativa para los periodistas y así fue trasmitido por los medios de comunicación, fue la revelación del sacerdote Alejandro Moreno que las bandas que operan en el barrio el 70 de El Valle y en la cuota 905 emplean drones para detectar la presencia policial.
A mí en particular me llamo especial atención otro señalamiento del padre Moreno: ” ahora se ven muy pocos niños de la calle porque son reclutados a muy temprana edad por las bandas delictivas. Tenemos la red de casa Don Bosco para atender esos niños hasta los 10 años, pero diez años para arriba están en las bandas”…”es un problema muy grave que nadie toma en consideración “.
Los niños que solicitan ayuda – a veces acompañados por sus padres- para alimentarse consecuencia del hambre, del resultado de la política económica adelantada por el gobierno.No es la misma situación a la cual se refirió el presidente electo el seis de diciembre de 1988 donde se prohibió a sí mismo que hubiera niños de la calle en Venezuela. Una década después señaló que diez años antes habían registrado más de ocho mil niños de la calle, pero que ya esa situación se había superado.
El que hoy no se perciba tal situación no implica que sea necesariamente el resultado del éxito de las misiones hijos de la patria o hijos de Venezuela, de acuerdo a la afirmación del sacerdote una de las razones por las cuales no se visualizan como en el pasado niños en situación de calle, es sumamente alarmante en el sentido de que las bandas organizadas han realizado actividades de captación hacia ese sector.
El fracaso de la políticas en materia seguridad supera en demasía los 25 planes anunciados durante todo este tiempo. En esa área al igual que en las políticas públicas fundamentales se requiere con urgencia cambiar de rumbo. Este gobierno no está en capacidad de rectificar, de superar la crisis general que agobia a la sociedad. La exigencia del cambio político no es un capricho, constituye una imperiosa necesidad. La realización del referéndum revocatorio este año es una tarea prioritaria para las fuerzas democráticas, disponer todo el esfuerzo en esa dirección trasciende la presente coyuntura y posee un contenido de gran aliento. Sin abusar del término constituye una misión verdaderamente histórica.