Así estén en Yakarta, en Washington o Calgary, en Madrid o Bogotá, en Buenos Aires o Abu Dabi, los venezolanos de todo el mundo estarán en Caracas, junto a sus compatriotas. Yo tengo mi pancarta lista para pasearla frente al Consulado de Venezuela en Washington DC. Dice por un lado: MADURO ES UN NARCOTERRORISTA. LO ESPERA LA CÁRCEL. Y por el otro: MADURO IS A NARCOTERRORIST. WILL GO TO PRISON. Son tantas las cosas que uno desearía decirle al horrible régimen venezolano que una pancarta es apenas una gota de agua en el mar.
Más importante que las pancartas será la presencia de todos los venezolanos en Caracas el próximo jueves. La magnitud de la convocatoria será la verdadera demostración del repudio que este régimen miserable ha logrado generar entre los venezolanos. Una gran concentración tendrá, para todo efecto práctico, el impacto de un referendo revocatorio para el régimen. Porque hay que estar claros, Maduro es apenas una ficha insignificante en el aparato del régimen. Este es un aparato integrado por tres grupos principales: el grupo simbolizado por Diosdado Cabello, de militares narcos y codiciosos, embriagados con el poder, gozando de una total impunidad para sus fechorías; el grupo simbolizado por Nelson Merentes, de magistrados, ministros, banqueros, contratistas y embajadores corruptos quienes han llegado a creer que nunca saldrán del poder y que nunca tendrán que rendirle cuentas a la justicia y el grupo simbolizado por José Vicente Rangel, de ideólogos parasitarios llenos de complejos y resentimientos, para quienes la destrucción de la clase media profesional y de los valores de la libre empresa y la democracia representan el principal objetivo, aun cuando ello signifique la destrucción de la Nación.
Los venezolanos en la calle el próximo jueves, estén donde estén, será también el aviso al mundo de que la nación se ha puesto de pie para rechazar decisivamente al régimen y llevar este rechazo hasta sus últimas consecuencias. Hemos tenido largos años de indecisión frente al régimen, indecisión aprovechada por el bandidaje chavista para atornillarse en el poder. Esa indecisión nuestra ha promovido, aún más que los petrodólares de Chávez, el silencio de los países de la región frente a nuestra tragedia. Durante este período de indecisión un sector prostituido de la Fuerza Armada ha logrado constituirse en factor de poder político y a participar activamente del saqueo al cual la Nación ha sido sometida. Frente a esta captura progresiva del poder por una pandilla de malhechores hemos tratado de luchar apegados a las formas tradicionales de la democracia: elecciones, acción parlamentaria, pedido de un revocatorio que está consagrado por la constitución vigente, hasta disposición a un diálogo con los bandidos. La reacción del régimen frente a estos intentos de juego democrático ha sido de total desprecio y debería convencernos de que esta pandilla no saldrá del poder por las buenas, sino que tendrá que ser empujada hacia afuera por la acción decidida de la Nación.
El próximo jueves tenemos una oportunidad de decirle al régimen y al mundo que la Nación está harta de humillaciones, violencia terrorista, abusos de poder, persecución de los venezolanos y corrupción generalizada. Si damos una clara señal de que nos hemos puesto de pie, de que hemos desterrado la indecisión y el miedo, de que la Nación está erguida frente a la barbarie, no hay duda de que ganaremos la batalla. La ganaremos porque lo único que le queda al régimen es la esperanza de que predomine el miedo. Ya estamos viendo como las medidas represivas tomadas en contra de los funcionarios públicos firmantes del revocatorio y de los indígenas que marchan hacia Caracas, así como el regreso a prisión de Daniel Ceballos, pretenden infundir ese miedo a la población. La prohibición de vuelos privados en todo el territorio nacional para evitar fotografías aéreas de la marcha representa un abuso de poder que demuestra la vileza y podredumbre de este régimen. Todos los aviones privados de Venezuela deberían despegar el primero de Septiembre como parte de la protesta. ¿Podría el régimen inhabilitarlos a todos? ¿Es que una disposición absurda debe ser acatada?
El mundo entero espera ver la conducta de la Nación el próximo Jueves, para ponerse de nuestro lado. Si los venezolanos nos vamos a la calle el jueves y le decimos al régimen que ya basta, los días del régimen estarán contados y se iniciará la etapa de reconstrucción nacional y de aplicación de la justicia.