Villas de Chaparral es un pequeño pueblo olvidado de Costo Arriba, con caminos de tierra y techos de asbesto. Pequeñas lagunas se forman en los surcos de sus calles, obligando a Jaqueline a sortear obstáculos para poder entrar y salir de su casa.
La experiencia le ahorra tiempo, mientras tres pequeñas cabezas se asoman por la puerta. Sus hijos tienen ocho, seis y tres años, pero sus tamaños no son los adecuados. Delgados bracitos se agitan para darle la bienvenida; y ella, claramente asustada, prefiere encerrarse antes que darnos declaraciones.
Su caso es uno de los cinco registrados por el Consejo Municipal de derechos de niños, niñas y adolescentes en Maturín por la desnutrición de tres menores de edad. Oswaldo Moya, su vecino, tomó la determinación de pedir ayuda cuando notó que Jaqueline Molina debía recostarse de la pared para poder recibirlo en pie.
“Su estado de salud comenzó a decaer en enero. Ella no trabaja, quienes vivimos cerca nos organizamos para poder ayudarla cada mediodía con algo de comida”, mencionó decaído, al tiempo que señalaba otra casa, unas cuantas calles más arriba, donde otras dos familias viven una situación similar.
Se trata de Haidée Villafranca, quien tiene cinco niños, y Lina Reyes, madre de diez. Estos dos últimos casos, desconocidos por las autoridades. “En Monagas, 7 de cada 10 niños solo comen una vez al día”, afirma Marlene de Arreaza, directora de Cdmnna, en base a los recorridos que realiza la institución en las escuelas y comunidades de la entidad. No obstante, en 2016 solo han detectado puntualmente 33 casos en los sectores La Constituyente, Los Guaros, Los Guaritos y Los Jabillos; todos niños entre los 5 y 9 años.
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