Los fundadores del Mercosur -Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay- bloquearon la presidencia rotativa de Venezuela justo cuando el gobierno de Nicolás Maduro acoge la cumbre de Países No Alineados, un foro de 120 naciones surgido en la Guerra Fría.
El gobierno no ha revelado cuántos jefes de Estado asistirán a la reunión del fin de semana, pero la oposición asegura que apenas han confirmado 11.
Al vetar la presidencia de Venezuela, el Mercado Común del Sur le lanzó un ultimátum: si hasta el 1 de diciembre el país no se ajusta a la normativa en materia comercial y política (incluida la de derechos humanos), será excluido, según una declaración conjunta difundida por la cancillería brasileña este miércoles.
“Hasta ahora Venezuela contaba con el apoyo de Uruguay para asumir la presidencia del Mercosur, pero con el consenso de los cuatro miembros el gobierno de Maduro queda completamente aislado”, dijo a la AFP Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, un centro de análisis con sede en Washington.
En agosto, Caracas anunció el inicio de su período semestral al frente del grupo conforme la sucesión alfabética, pero su mandato no era reconocido formalmente por los socios.
Este miércoles la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, que suele ufanarse del reconocimiento internacional del gobierno, desconoció la declaración y dijo que su país está en “ejercicio pleno” de la presidencia del mecanismo, y que no tolerará “violaciones a los Tratados” del grupo.
Esto es una “pérdida para el gobierno venezolano pero no para el Mercosur“, comentó a la AFP la internacionalista Elsa Cardozo, profesora de varias universidades como la Central de Venezuela (pública).
Según Cardozo, el Mercosur veló por sus “reglas -que incluyen protocolos democráticos y de derechos humanos- y propósitos, como las negociaciones con la Unión Europea”, en las que Venezuela “no quería ni podía” comprometerse.
Los incumplimientos de Venezuela “eran tolerados (…) hasta finales del gobierno de Chávez y muy en los inicios del de Maduro. Pero ese balance cambió junto con la pérdida de capacidades materiales y legitimidad del gobierno de Maduro”, agrega.
– Sin petrodiplomacia –
Venezuela logró incorporarse al Mercosur en 2012 tras la suspensión temporal de Paraguay, cuyo Congreso se opuso durante años a su nombramiento como socio.
Con el respaldo de Argentina, Brasil y Uruguay, el gobierno de Hugo Chávez -fallecido en 2013 – veía en el bloque una fuente privilegiada de abastecimiento para una economía petrolera que importa la mayor parte de lo que consume.
Pero en cuatro años la situación cambió bruscamente: Venezuela cayó en un coma económico por el desplome de los precios del crudo, Argentina optó por un gobierno de derecha crítico del chavismo y Brasil cambió de timón tras la destitución de la mandataria izquierdista Dilma Rousseff.
Además, Estados Unidos apoya decididamente los planes de la oposición venezolana para someter a Maduro a un referendo revocatorio, y la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) se quedará a fin de año sin su secretario general, Ernesto Samper, muy cercano a Maduro y quien deja el cargo tras luchar a favor de un diálogo en Venezuela.
“El colapso económico y la crisis política de Venezuela naturalmente erosionaron la proyección regional. Venezuela usaba recursos para aumentar su influencia, pero hoy, asediado por la crisis (…), el gobierno de Maduro está totalmente a la defensiva, y sus apoyos en la región son muy reducidos”, opina Shifter.
Sin embargo, añade, esto no significa que la región vaya a tomar “medidas contundentes”.
“La prioridad de los países seguirá siendo reactivar sus economías y lidiar con sus propios problemas internos. En los próximos meses probablemente aumentarán las condenas de países de la región a la situación de derechos humanos en Venezuela y llamados al diálogo entre gobierno y oposición”, pero nada más, indicó Shifter.
De su lado, Cardozo cree que la “lista de los gobiernos dispuestos” a apoyar a Maduro se ha ido reduciendo a dos o tres, con Cuba a la cabeza.
“Lo que ha ocurrido, al ritmo acelerado de la crisis interna, es la pérdida de la red de protección que con muchos discursos, promesas, amenazas y abundantes recursos tejió el gobierno de Chávez”, sentencia la analista.