A continuación le presentamos las menciones que hizo sobre Venezuela el Alto Comisionado de la Organización de Naciones Unidas (ONU) Zeid Ra’ad Al-Hussein durante su discurso de apertura del 33° período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos.
Con información de ExamenOnuVenezuela.com
En sus palabras, Ra’ad Al-Hussein refirió que en los últimos dos años y medio Venezuela se ha negado a otorgar una visa a su enviado regional, hecho por el cual se mostró impactado.
Así mismo manifestó su preocupación por las alegaciones de represión que ha recibido de parte de la oposición al Gobierno venezolano, arrestos arbitrarios, uso excesivo de la fuerza contra manifestaciones pacíficas, el declive dramático en el disfrute de los derechos económicos y sociales caracterizado por un aumento del hambre generalizada, entre otros tópicos.
“Mi Oficina continuará haciendo un cercano seguimiento a la situación en el país, y presentaremos nuestras preocupaciones por los derechos humanos de los venezolanos en todas las oportunidades. El respeto por las normas internacionales de derechos humanos pueden convertirse en el estrecho camino en el que el gobierno y la oposición se encuentren para abordar y resolver de manera pacífica los actuales retos del país, particularmente a través de un diálogo significativo, respetando el Estado de Derecho y la Constitución”, puntualizó.
Los comentarios los realizó durante el inicio de una conferencia sobre seguridad y justicia, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos celebrada en Ginebra.
Lea a continuación el texto completo:
Este 13 de septiembre, durante la apertura del 33° período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, el Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al-Hussein, fustigó a los Estados los injustificables bloqueos a los mecanismos de derechos humanos de acceder a los países para constatar las violaciones de derechos humanos. Dentro de estos Estados, mencionó a Venezuela, cuya situación actual ha generado en su oficina una grave preocupación.
A continuación, una traducción libre de algunos extractos del discurso, cuya versión original está disponible aquí.
13 de septiembre del 2016
Sr. Presidente,
Director General,
Excelencias,
Colegas y amigos,
Estoy honrado de dirigirme a esta primera sesión de la segunda década del Consejo.
Luego de dos años como Alto Comisionado, considero importante compartir en esta actualización oral nuestra preocupación ante un patrón emergente: la negativa de cada vez más Estados Miembros de permitir a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas (ACNUDH) o a los mecanismos de derechos humanos el acceso, ya sea a países en general o a regiones específicas; así haya habido una solicitud explícita o a través de otros medios en los que se les solicita comprometerse con nosotros.
¿Por qué y por cuáles razones nos ponen un escudo aquéllos que nos niegan el acceso? Procuraré dedicar esta intervención principalmente a este asunto. Antes de hacerlo, me gustaría realizar algunas observaciones generales sobre las circunstancias actuales.
En mi declaración ante la 32° sesión del Consejo de los Derechos Humanos, cuestioné el alcance verdadero de la comunidad internacional. Es fácil dar por sentado que estamos comprometidos a trabajar juntos, pues no tenemos otra opción. La organización a la que pertenezco no fue creada por la humanidad por razones triviales, sino que surgió de un mundo fracturado y devastado por dos grandes guerras. El marco de los derechos humanos entero es igualmente el producto de la catástrofe; iluminado, por supuesto, pero dada la escala de la barbarie en tiempos de guerra, su creación proviene de la más marcada y profunda necesidad. En efecto, incluso hoy en día, las agendas de cambio climático y los Objetivos de Desarrollo Sustentable están profundamente ancladas en la más fuerte creencia de que solamente trabajando juntos podremos resolver nuestros problemas. No hay otra alternativa. No existen otras opciones que ofrezcan esperanza. Debemos mantenernos comprometidos a la acción colectiva.
Sin embargo, para algunos que hoy detentan el poder, y otros trabajando para obtenerlo, pareciera que sí existen otras alternativas, y ellos afirman conocerla mejor. Pareciera que ellos creen que solamente los soñadores, los tontos, piensan en términos de “nosotros los pueblos” o en “nosotros, las naciones unidas” o en nosotros como individuos titulares de derechos humanos, todos por igual. ¿Qué son las Naciones Unidas? ¡Un disparate obsoleto y risible, burócratas y élites consolidadas! Aquellos que piensan esto no dudan en dividir a los humanos en categorías y en asustar o abusar de los más vulnerables; luchando contra la verdad, atacando organizaciones regionales e incluso internacionales -amenazando con retirarse de ellas, abandonarlas y desechar el derecho internacional. Algunos están a las puertas de alcanzar poder político. Otros ya lo ejercen.
En los próximos meses, las fuerzas centrífugas que buscan destruirnos se mantendrán fuertes: el terrorismo y su máximo exponente, el Da’esh, odioso y despreciable como es, probablemente continuará marcando su presencia entre nosotros; mientras la alienación y la frustración de muchos en el mundo que se sienten estafados por una mal gobernanza y corrupción alimentarán el trabajo de los impostores. Habrá elecciones en un número de democracias bien establecidas con xenófobos e intolerantes de candidatos, y las responsabilidades que descansan sobre nosotros podrían determinar, como nunca antes, el futuro de “nosotros los pueblos” sobre esta tierra. Expondré esto la próxima semana en Nueva York, durante la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Refugiados y Migrantes.
Sr. Presidente,
Diez años atrás, cuando el Consejo de Derechos Humanos fue creado, fue diseñado para tener una mayor relevancia que su predecesor; para ser más creíble, más imparcial y más enfocado en los derechos y las voces de las víctimas.
En cada uno de estos puntos, el Consejo ha logrado importantes avances. Sin embargo, me preocupa la creciente polarización dentro de este órgano; así como el aumento de claros intentos de los Estados de bloquear o evadir el escrutinio en el tema de derechos humanos, tal como indiqué al principio de esta actualización.
Miembros de gobiernos y Misiones Permanentes me dicen constantemente que los derechos humanos están siendo usados indebidamente como un pretexto de interferir en los asuntos de naciones soberanas. Se sugiere que la lucha contra la discriminación viola derechos culturales. Funcionarios han protestado que oficiales de derechos humanos observando una manifestación en la calle están “interfiriendo” en los asuntos internos de los Estados. Declaraciones de mi oficina sobre alegaciones creíbles de violaciones -incluyendo operativos de seguridad excesivos, desproporcionados y violentos, acusaciones judiciales que parecieran tener una motivación política; el uso masivo de la pena capital para crímenes inconsistentes con las normas establecidas en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos- son señaladas como “parcializadas”, “irresponsables”, “erróneas” o “basadas en falsas premisas”. El monitoreo de actividades y la defensa y promoción destinadas a otorgar una mayor protección a las personas en sus países son rebatidas por supuestamente violar el principio de la soberanía del Estado -o incluso la Carta de las Naciones Unidas.
Sr. Presidente,
Podría ser útil recordar los muchos intentos realizados por el régimen del Apartheid en África de reclamar que las resoluciones de la Asamblea General rechazando el Apartheid constituían una “intervención” en los asuntos domésticos prohibida. Estos esfuerzos por esconder violaciones serias de derechos humanos del escrutinio externo fueron categórica y reiteradamente rechazadas por la Asamblea General.
En el derecho internacional, las “intervenciones” ilícitas -tal como están prohibidas en el artículo 2(7) de la Carta de las Naciones Unidas- son de naturaleza coercitiva. Debería ser obvio que mi Oficina no tiene ningún poder coercitivo. Ninguna actividad que llevemos a cabo puede ser considerada una “intervención” prohibida. Buscamos fortalecer el sistema de protección nacional, no violarlo. No amenazamos con invadir, ni financiamos u organizamos actividades sediciosas; solicitamos acceso, con el objetivo de determinar los hechos en terreno de manera neutral. El acceso solamente se hace posible si el Estado nos extiende una invitación, la entrada no puede ser forzada por la OACNUDH.
Solicitamos acceso para que podamos trabajar mejor en la ayuda que les damos para adaptar sus leyes y prácticas con los acuerdos internacionales -los cuales ustedes, los Estados, redactaron y firmaron-, y para ayudarlos a cumplir con las recomendaciones que ustedes han aceptado públicamente e, incluso, sin reservas.
¿Son los derechos humanos un asunto nacional exclusivamente? Los gobiernos tienen las responsabilidad de cumplir sus obligaciones con los derechos humanos y de respetar los estándares. Sin embargo, los derechos humanos de todas las personas, en todos los países también requieren, indudablemente, nuestra atención colectiva. La Declaración de Viena, adoptada unánimemente hace 23 años, lo confirmó: “la promoción y protección de todos los derechos humanos son una legítima preocupación de la comunidad internacional”. Esta idea también tuvo eco en la resolución de la Asamblea General 48/141, en la cual se hace un llamado al Alto Comisionado para que “tenga un rol activo en la remoción de los actuales obstáculos… para el ejercicio pleno de todos los derechos humanos y en la prevención de las continuadas violaciones a los derechos humanos en todo el mundo”.
Sr. Presidente,
Las violaciones a los derechos humanos no desaparecerán si mi gobierno bloquea el acceso a observadores internacionales e invierten en campañas de relaciones públicas para compensar publicidad no deseada. Por el contrario, los esfuerzos para eludir o rechazar el escrutinio legítimo generan una pregunta obvia: ¿Precisamente qué están escondiendo de nosotros?
Califico como un rechazo al acceso todos los retardos injustificados, producidos elaboradamente y negociaciones prolongadas más allá de lo racional; respuestas a solicitudes específicas que parecieran querer distraernos con alternativas inadecuadas a una evaluación real, basada en los hechos. Acceso retardado es acceso restringido: dos semanas es seguramente tiempo más que suficiente para que todos los funcionarios relevantes tomen una decisión. Los argumentos de que condiciones inseguras hacen imposible dar acceso a mi equipo también son menos que aceptables. Mi equipo trabaja con gran coraje en algunas de las comunidades más amenazadas del mundo, y continuarán haciéndolo cuando sean llamados a ellos -o, por lo menos podremos ser testigos de ello.
Los Estados podrán cerrar mi Oficina, pero no nos callarán ni harán que tapemos nuestros ojos. Si el acceso es rechazado, asumiremos lo peor y, aún así, haremos nuestro mejor esfuerzo por reportar de la manera más precisa que podamos las alegaciones serias. Nuestro monitoreo remoto probablemente incluirá el testimonio de testigos, informes creíbles de terceros y el uso de imagen satelital, entre otras técnicas. Ciertamente, el monitoreo remoto es un pobre sustituto de la observación en persona por expertos analistas. Hace más difícil la verificación y confirmación de las alegaciones de cualquiera de las partes, incluido el gobierno. Lamento dicha imprecisión y exhorto a todos los Estados a ayudarnos a corregirla permitiendo a mi equipo el acceso sin ningún tipo de obstaculización a los eventos en terreno cuando les sea solicitado.
(…)
En los últimos dos años y medio, Venezuela se ha negado incluso a otorgar una visa a mi Representante Regional. Su amplio rechazo a permitir el acceso de mi equipo es particularmente impactante, a la luz de nuestras graves preocupaciones por alegaciones de represión contra voces de la oposición y grupos de la sociedad civil; arrestos arbitrarios, uso excesivo de la fuerza contra manifestantes pacíficos, la erosión del Imperio de la Ley y la independencia de las instituciones, así como un declive dramático en el disfrute de los derechos económicos y sociales, con un aumento del hambre generalizada y el grave deterioro de los servicios de salud. Mi Oficina continuará haciendo un cercano seguimiento a la situación en el país, y presentaremos nuestras preocupaciones por los derechos humanos de los venezolanos en todas las oportunidades. El respeto por las normas internacionales de derechos humanos pueden convertirse en el estrecho camino en el que el gobierno y la oposición se encuentren para abordar y resolver de manera pacífica los actuales retos del país, particularmente a través de un diálogo significativo, respetando el Estado de Derecho y la Constitución. Mi Oficina está lista para ayudar en el abordaje a los actuales retos en materia de derechos humanos, y agradezco al Secretario General de la Organización de Estados Americanos que haya recomendado a Venezuela trabajar con mi Oficina en el establecimiento de una Comisión de la Verdad, la cual sin duda podría dar a las personas una voz importante.
(…)
Sr. Presidente,
Los derechos humanos son universales, indivisibles e interdependientes; si los Estados deciden cuáles derechos respetarán, toda la estructura será vulnerada. Y sin embargo, frecuentemente soy sorprendido con aseveraciones de que mi Oficina no está suficientemente preocupada por los derechos económicos y sociales. Este es un argumento comúnmente esgrimido por representantes de Estados que cuentan con pocos o ningún mecanismo de rendición de cuentas para asegurar que los derechos económicos y sociales son efectivamente protegidos ni han adoptado un marco legal para darle garantías legales nacionales a los derechos económicos, sociales y culturales.
Estoy convencido de que los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, así como el derecho al desarrollo; solamente pueden ser efectivos cuando se considera que se apoyan mutuamente. Y aunque no existe un modelo correcto, el cumplimiento de los derechos humanos requiere que sean vistos como derechos, no como productos o resultados opcionales de las políticas. Urjo a todos los Estados Miembros de este Consejo a avanzar con rapidez hacia el establecimiento de marcos legales que aseguren la implementación y rendición de cuentas de los derechos económicos y sociales.
Sr. Presidente,
Espero haber dejado claro durante esta mañana que, incluso cuando los poderosos busquen desviar nuestro trabajo y evadir nuestro escrutinio, nosotros y otros actores de los derechos humanos siempre buscaremos la verdad y defenderemos los derechos de todas las personas. En una próxima sesión del Consejo, continuaré expandiendo este enfoque en los países que tienen un compromiso mínimo con los mecanismos de derecho humanos, así como mi Oficina.
Sr. Presidente,
Este Consejo es la punta de lanza de la protección consistente y equitativa de los derechos humanos alrededor del mundo. Defiende los principios que protegen la libertad de las personas en todas partes. Nuestras normas de derechos humanos empoderan a las personas a exigir a los gobiernos que los sirven, en lugar de explotarlos; sistemas económicos que les permitan vivir con dignidad, el derecho a la participación en toda decisión que impacte sus vidas. Estos son los pasos básicos que guiarán hacia a un mayor respeto mutuo y a un desarrollo y una justicia más sustentable, en un mundo con mayor seguridad.
Confío en que, en la siguiente década, el Consejo mantendrá su credibilidad y aumentará su reputación por sus acciones consistentes en defender claramente el igual valor y validez de todos los derechos humanos a lo largo de todas las geografías, los sistemas políticos y las sociedades.
Gracias.