Lentes y traje baño en mano, así comenzaron lo que se suponía iban a ser unas vacaciones a todo lujo en las paradisiacas playas de Nueva Esparta, un asunto que, planteado en esos términos, ningún joven rechazaría fácilmente. El paquete turístico se escuchaba verdaderamente tentador: Pasaje, comida y alojamiento gratis ¡En Margarita! Un lugar donde es prácticamente imposible viajar en estos tiempos de pelazón. El único detalle, si es que constituía un detalle para algunos, es que la cruzada tenía un solo objetivo: Ir a apoyar a Nicolás Maduro en la Cumbre de los No Alineados. Pero ¿Qué tan malo podía ser fingir una semana ser madurista por un paseo gratis? Así fue que muchos se lanzaron en la aventura y pa´ la playa se fueron.
Llegó el momento de partir y las cosas ya no pintaban de acuerdo a las expectativas, aquellos que se habían llevado su almohadita para dormir en el avión cuando los amuñuñaron en el ferry como ganado la quijada les cayó al piso, la guinda de la torta fue el regaño que le dieron los jefes del PSUV, que les gritaban “¡Disciplina camaradas, los revolucionarios profesamos con el ejemplo!”. Quienes tras descargar su molestia por la desorganización y lanzar esta descomunal frase, se despidieron y agarraron sus avionetas privadas para llegar a la isla, total, cuando de dar el ejemplo se trata, lo primero es la comodidad.
Entre mareos, vómitos y mucha agua llegaron a destino, había optimismo, aquel agotador trayecto sería recompensado con una cómoda siesta en una de las confortables habitaciones cinco estrellas del Hotel Venetur, suspiraban algunos, al final de cuentas el sacrificio había valido la pena. “¿Cuándo nos vamos al hotel?” preguntó una camarada en el aeropuerto, inmediatamente y sin anestesia una de las dirigentes de la Juventud PSUV que venía de su suite le respondió “¿Cuál hotel? Agarra tu carpa que vamos a levantar un campamento antiimperialista”. La camarada que hizo la pregunta se puso de todos los colores, con los cuarenta grados a la sombra lo mínimo que podría pasar es que murieran de deshidratación.
El ambiente comenzaba a calentarse, no solo por el sol, sino por el fraude del PSUV, las parejas se empezaban a pelear, el campamento parecía un asentamiento de refugiados, donde el día se pasaba a fuerza de juegos Los Andes y un arroz con pollo frio que mandaban al mediodía. “El sacrificio vale la pena camaradas” les dijo uno de los jefazos del PSUV al bajarse de su camioneta 2016 rodeado de guardaespaldas.
Tocaba degustar la alta cocina de lejos, los banquetes y los cocteles estaban reservados para la clase dirigente y los invitados internacionales. Mientras tanto, en una carpa, les dictaban una clase de geopolítica a los jóvenes, que en medio de aquel calorón de lo que estaban pendiente era de irse a dar un chapuzón en la playa. Era lo mínimo después de todo aquel embauque.
Dicen que en tiempos de crisis las diferencias se hacen más evidentes, en revolución todos son iguales, pero unos son más iguales que otros. El Plan Vacacional del PSUV no fue una oferta engañosa, fue otra muestra más de sinceridad socialista.
Brian Fincheltub
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