Con Johangelys Alexandra Ochoa Rauseo, quien falleció en la mañana de este lunes luego de cuatro días hospitalizada, son 23 las víctimas de la enfermedad que, este año, reapareció en el estado Bolívar, luego de más de dos décadas de controlada. Ocurre luego de un fin de semana en el que se esfumaron las jornadas de vacunación, a pesar de que la propaganda oficialista prometió que había dosis para todos. Su familia, además, se ha enfrentado con otros dramas, como sacar dinero de donde no tienen para retirar el cadáver de la morgue del hospital de Guaiparo, pues allí, como las cavas no enfrían, se estaba descomponiendo, publica Correo del Caroní.
El miércoles 5 de octubre, Johangelys Alexandra Ochoa Rauseo, de dos años, comenzó a sentirse mal. “Tenía como una gripe, una mucosidad, y no tragaba”, recuerda Danny, su tío.
En su casa, en 25 de Marzo, decidieron que había que actuar. “Mi hija nunca sufrió de un asma o algo así. Estaba complicada con un principio de neumonía”, explicaba, mientras esperaba que le entregaran el cuerpo, Jaiyari, su madre. A las 4:30 de la mañana de este lunes murió por difteria.
En un centro de diagnóstico integral, a donde la llevó su abuela, pensaron que tenía alergia: estaba inflamada y le recetaron Loratadina. Pero la niña empeoró.
Fue entonces cuando pensaron en el Hospital Dr. Raúl Leoni, de Guaiparo.
Allí los médicos le hablaron claramente: “El primer día de ingreso me dijeron que estaba grave, grave, grave. Esa fue la única vez que a mí me hablaron claro. Después, cuando pedía información me hablaban del pulmoncito”.
Solo pudo verla una vez. El resto fue esperar en los pasillos del pediátrico Menca de Leoni los reportes de los médicos, llorar, buscar comida, volver a llorar y sacar dinero de donde no había: en el hospital le pedían un tratamiento de 4 mil 900 bolívares que debía tomar cada seis horas.
“La tuvieron entubada todos estos días hasta que hoy en la mañana nos llamaron”. Era la llamada para informar que la niña había muerto.
Cifra en ascenso
De acuerdo con los datos de Correo del Caroní, la difteria, una enfermedad que reapareció en Venezuela por el estado Bolívar, luego de 24 años controlada, ha matado a 23 niños este año.
Según pediatras e inmunólogos del hospital de Guaiparo (el servicio Menca de Leoni) que han hablado bajo condición de anonimato, el Ministerio del Poder Popular para la Salud sabía del caso desde abril. Pero los obligó a callar para no dañar la revolución.
Los parientes de Johangelys Alexandra Ochoa Rauseo han entendido eso y sus testimonios son una forma de romper el silencio que el Gobierno ha querido erigir en torno del caso. Eso es lo que aseguran.
La muerte de la pequeña, además, los ha enfrentado con una realidad: lo que cuesta morirse en Venezuela.
“Para enterrarla en (el Panteón Municipal) de Chirica nos pidieron 10 mil bolívares. En total, todo son como 150 mil, porque tienes que llevar hasta el formol”, especifica Danny.
No solo eso: a la familia la presionaron para que retirara el cadáver porque se estaba descomponiéndose en una cava. “Es que ya tenía pus y olía mal cuando estaba viva”.
La madre de la menor apunta un detalle: “El chamo de la morgue me dijo que no podíamos velarla, que teníamos que enterrarla de una vez”. No pudieron hacerlo tan rápidamente: estaban pidiendo dinero prestado para costear todos los gastos.
Casi a las 7:00 de la noche, una camioneta funeraria se llevó el cuerpo de Johangelys Alexandra. Al menos, en eso, hay más tranquilidad para sus dolientes. Solo en eso. Porque no creen que puedan superar que la haya matado una enfermedad que no repuntaba en Venezuela desde hace más de 20 años.