La MUD lo hizo otra vez. Nadie sabe cómo se la ingenia cada vez que tiene el sartén por el mango y estamos cerca de una salida a los diecisiete años de terror en que nos sumió Chávez y Maduro; entonces, de forma obscena, se bajan los pantalones, nos echan tierrita y dejan con los ojos claros y sin vista.
Eso fue lo que sucedió el domingo pasado, después de unos días exultantes a consecuencia de la descomunal Toma de Venezuela y el anuncio de una ruta que incluyó el juicio político a Maduro para arrastrarlo a su destitución, además de una convocatoria a Miraflores que dio la sensación de estar viviendo los días finales. Sin embargo, la MUD se prestó otra vez al juego del gobierno para no ser desalojado y se sienta a negociar.
Algunos de sus representantes en la mesa son sospechosos de claudicar, como el ex chavista gobernador de Lara, Henri Falcón, cuyo discurso no puede ser más ambiguo; o el alcalde Carlos Ocariz, que se encuentra en un estado de vulnerabilidad, al ser acusado injustamente por organismos de seguridad del Estado de actos terroristas y ser amenazado con seguir el mismo destino del digno preso de conciencia Leopoldo López; ni hablar del impresentable Timoteo Zambrano, de quien conocemos muy bien sus componendas, después de poner en evidencia su contubernio con el gobierno al rechazar la suspensión de Venezuela en el Mercosur, echando por la borda el intenso trabajo de los opositores que han sufrido cárcel, persecución, destierro y que demostraron al mundo que el gobierno sí viola los derechos humanos. Fue así como a la MUD no le quedó otro recurso que anunciar la reestructuración de la coordinación internacional, que presumía la desincorporación del diputado de UNT Timoteo Zambrano –papel que supuestamente asumió el secretario ejecutivo, Jesús Torrealba–, pero, ¡oh, sorpresa!, el domingo lo vimos de primer chicharrón sentándose en la “mesa de diálogo” junto a su asociado español Rodríguez Zapatero, con quien actúa tomado de la mano.
Zambrano nunca se conduce a título personal, como le hizo creer la MUD a los más desprevenidos. Los remito a mi columna publicada el pasado 21 de septiembre –“Los tejemanejes de Timo”–, donde concluyo que seguiría operando bajo las sombras de sus jefes políticos, pero que la dirigencia quedaría al descubierto. A poco más de un mes los hechos lo confirman. Son jugarretas inaceptables que cuestionan al actual liderazgo de la MUD.
Lo mismo pasó en 2014, después de las protestas de febrero lideradas por Leopoldo López, Antonio Ledezma, María Corina Machado y el movimiento estudiantil, cuando los tiraron al pajón y fustigaron “la Salida”, en un momento como el de hoy, en el que sectores críticos del chavismo y hasta ex comandantes del 4-F coincidían en la salida y la renuncia de Maduro.
Aquel “diálogo” no produjo otra cosa que atornillar al gobierno, y no conviene olvidar declaraciones del dirigente de AD Henry Ramos Allup, cuando dijo en Unión Radio, que “si bien es cierto que el diálogo no ha producido resultados hasta ahora, también es cierto que ‘la Salida’ no produjo resultados positivos. Al menos podemos decir que nuestra propuesta no trajo heridos ni muertos”, y de esa forma colocó a esos tres valientes dirigentes como responsables de los muertos y heridos, cuando fueron los grupos paramilitares del gobierno y los cuerpos de seguridad que se ensañaron con crueldad asesina.
Aquel “diálogo” no sirvió sino para condenar con pruebas amañadas a ciudadanos y estudiantes, entre ellos a Leopoldo López. El inesperado “diálogo” de hoy lo recibimos como un niño maltratado, que a cada momento espera el próximo golpe.