Decenas de barricadas en distintos puntos de la capital chilena y otras ciudades del país, junto con la quema de dos buses y disturbios, marcaron el viernes el inicio de una jornada de protestas contra el controvertido sistema actual de pensiones.
Los manifestantes cortaron rutas muy temprano en Santiago y afectaron el normal funcionamiento del tren subterráneo, lo que provocó el retraso en el desplazamiento de miles de personas, en medio del llamado a un paro nacional por parte del movimiento “No más AFP”, sigla con que se conoce al sistema de pensiones.
El Gobierno anunció demandas por los disturbios generados y la quema de buses del transporte público de la capital.
“Todos los chilenos tienen derecho a manifestarse en lo que ellos consideren sus legítimas reivindicaciones, pero es inadecuado que eso genere problemas al resto de los ciudadanos del país”, dijo el subsecretario de Interior, Mahmud Aleuy.
Portando banderas y pancartas con consignas como “chilenos indignados”, grupos de manifestantes realizaron barricadas en rechazo a las poderosas Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), que manejan activos por unos 178.000 millones de dólares.
“Queríamos generar anormalidad (…) Aquí el único responsable de lo que pasa es el Gobierno”, dijo Luis Mesina, portavoz del movimiento “No más AFP”, a medios locales.
El sistema de capitalización individual mediante las AFP fue creado en la década de 1980 durante la dictadura de Augusto Pinochet y ha sido considerado como un modelo por otros países, pero los trabajadores se quejan de las bajas pensiones que entregan.
Bajo este escenario, la presidenta Michelle Bachelet anunció en agosto pasado que impulsaría una reforma para mejorar las jubilaciones más bajas, aunque descartó la eliminación de las controvertidas AFP e insistió en ajustes al modelo actual.
El movimiento “No más AFP”, que días después de las promesas de Bachelet movilizó a cientos de miles en distintas ciudades, convocó a una marcha en Santiago al mediodía del viernes y planea cerrar su jornada de manifestaciones con un “cacerolazo”. Reuters