Ronald Portillo: La función del padre en la política

Ronald Portillo: La función del padre en la política

 

 

Sigmund Freud, el fundador del psicoanálisis, consideraba al padre como el modelo fundamental de quien ejerce el poder político en una sociedad, en un país. El padre freudiano, operando como factor de autoridad, de prohibición, a nivel familiar incidirá en cada uno de  los integrantes de una familia de manera singular, pasando a ser amado por unos y rechazado u odiado por otros. A veces  estos sentimientos pueden alternarse a lo largo de la vida. En todo caso, la relación con el representante de la autoridad, del poder, nunca será inefable.  Así como la relación del hijo o de la hija con quien ejerce  la  autoridad  en el hogar no está exenta de tensión, igualmente la relación del ciudadano con el poder político, en representación del padre, estará marcada desde el comienzo por el conflicto.

En “Tótem y tabú”, un ensayo  sobre el origen de la civilización, tema que lo inquietó hasta el final de su vida, Freud deja ver un aspecto del padre que sobrepasa la función que está llamado a ocupar, introduciendo la ley en el grupo humano que dirige. Se trata de una faceta que habría presentado el Padre Primordial o primitivo: él mismo no se sometía a la ley que imperaba para todos los demás integrantes del grupo, definido por Darwin como horda primitiva. El Padre Primordial se exceptuaba de toda regulación, de todo limite.  Así, mientras el prohibía el intercambio sexual entre los integrantes de la horda, el si se permitía tal intercambio con quien le provocara, entre otras cosas. Esta situación de opresión, de un ejercicio abusivo de la autoridad condujo, al inicio de los tiempos, al destronamiento de este padre por parte de aquellos a quien oprimía y sojuzgaba.

Freud va a considerar que  el líder de una sociedad, de un país, representante simbólico del padre de familia, del padre edípico, guarda en su inconsciente la huella de aquel padre primitivo. En todo líder o dirigente  que llega a detentar poder existe la tendencia a dejarse llevar por la deriva autoritaria, por el desbordamiento de los limites, por el irrespeto a la ley.

Por ello todo líder que ejerza poder está llamado a someterse continuamente a una evaluación, sea propia o sea del Otro, para mantenerse a todo trance dentro de los límites establecidos por una ley que funcione para todos, sin excepción. No era otra la sugerencia que hacía el emperador Adriano a los llamados a dirigir el imperio romano.

En este aspecto  que venimos de describir reside la causa de muchas de las crisis políticas que se presentan en un país: el efecto que produce en los gobernados la inexistencia de limites por parte de quien gobierna. Mientras los ciudadanos pasan por toda suerte de  calamidades, no consiguen alimentos o medicinas, las dispensas del o los dirigentes del régimen se hace de manera ilimitada, desbordada. Frecuentes viajes inoficiosos acompañados de una plantilla numerosa compuesta de ministros, copartidarios, familiares y amigos con todos los gastos pagos; disfrute irrestricto de los beneficios que brinda el poder  en Venezuela (dinero, carros, joyas, prendas de vestir,  fiestas suntuosas, guardaespaldas, etc.); corrupción y despilfarro innombrables, generados a partir de la renta petrolera… y pare Ud. de contar.

El poder desbordado y sin límites del Padre Primordial ahora se ha hecho presente en los líderes que han estado dirigiendo al país en  los últimos diez y ocho años. Resumido en una frase: el poder goza, el pueblo sufre.

Todas las revueltas sociales que han existido en el planeta, incluido el paradigma de la crisis que condujo a la revolución francesa, han estado de alguna forma marcadas por el abuso, el fuera de límites en el usufructo del poder por parte del Padre Primordial, simbólicamente representado por el líder y la camarilla que lo acompaña.

La crisis que hoy sufre nuestro país no es para nada ajena a esta dialéctica establecida  entre el goce y el sufrimiento, dos caras de la misma moneda.

Ronald Portillo

@rapcho

 

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