Un nuevo acuerdo de paz para Colombia está “próximo a ver la luz”, afirmó este lunes el líder rebelde de las FARC, Iván Márquez, en el marco de las negociaciones con el gobierno en Cuba para ajustar el pacto que fue rechazado en las urnas.
AFP
“La mesa está trabajando con mucho dinamismo, con ahínco, revisando una gran cantidad de propuestas”, dijo Márquez, jefe negociador de la guerrilla marxista, en declaraciones al informativo Nueva Colombia de las FARC.
Las delegaciones del gobierno y la organización armada están modificando el acuerdo que suscribieron en septiembre para acabar con un enfrentamiento de medio siglo, y que fue rechazado en un plebiscito el 2 de octubre.
El revés en las urnas por mínimo margen impidió implementar el pacto, tras lo cual las partes acordaron mantener el alto al fuego vigente desde finales de agosto y realizar ajustes a partir de las iniciativas con los sectores que votaron en contra del convenio.
Según Márquez, las propuestas han “enriquecido el contenido del nuevo acuerdo”.
“Ese nuevo acuerdo está próximo a ver la luz, somos optimistas”, destacó el jefe negociador de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
“La paz tiene que materializarse y muy pronto para un país que, como el de Colombia, ha estado sumido durante largos años en la confrontación del conflicto armado”, sostuvo.
Las partes están revisando centenares de propuestas de ajuste, pero no han revelado el alcance de las reformas al texto de 297 páginas.
El acuerdo que fue rechazado en las urnas prevé en esencia que las FARC depongan los fusiles después de más de cinco décadas, y se conviertan en partido político.
Asimismo, contiene fórmulas para mejorar la situación en el campo -escenario histórico del conflicto-, combatir el narcotráfico, reconocer y reparar a las víctimas, así como garantías para la participación política de los futuros excombatientes.
Sin embargo, sectores encabezados por el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010) se opusieron al acuerdo, alegando que los rebeldes podrían aspirar a cargos públicos sin pagar un mínimo de cárcel por sus crímenes.
El pacto de La Habana establece que los responsables de delitos atroces, tanto guerrilleros como militares y civiles, que confiesen sus actos y ayuden a reparar a las víctimas podrán evitar la cárcel, y cumplir penas alternativas de reclusión.