Un año después de que los yihadistas sembraran el terror en París, matando a 130 personas, la Ciudad de la Luz está luchando por recuperar su brillo y atraer nuevamente a los turistas. Por Gina DOGGETT Anne-Sophie MOREL | AFP
En un año, la región parisina perdió dos millones de visitantes. El museo del Louvre, el más frecuentado del mundo, ha visto caer su número de visitantes en 20%.
Después de los atentados contra el semanario satírico Charlie Hebdo y un supermercado judío en enero, en los que murieron 17 personas, los mensajes de solidaridad afluyeron de todo el mundo. Pero los turistas se mantuvieron a distancia.
Unos meses después, la industria del turismo recibió un nuevo golpe con los atentados contra bares, restaurantes y una sala de conciertos, en los que 130 personas perdieron la vida.
En la región parisina, las pérdidas se estiman a cerca de 1.000 millones de euros y podrían alcanzar 1.500 millones para finales de año, según Frédéric Valletoux, presidente del comité regional de turismo.
“El impacto ha sido duradero y completamente inédito (…) varias empresas están cerca de la quiebra”, dice.
Los hoteles y restaurantes esperaban una mejora con la Eurocopa-2016 de este verano, que se celebró en Francia. Pero el atentado de Niza del 14 de julio barrió estas esperanzas.
“La gente tiene miedo porque no es un acto aislado sino una serie”, comenta Vladimir Mitrasinovic, un turista serbio, de visita en la capital francesa.
El turismo es vital para Francia, el país más visitado del mundo. Esta industria representa 9% de su PIB.
El gobierno se ha fijado como objetivo atraer a 100 millones de turistas en 2020, frente a 85 millones en 2015.
– Detectores de metales –
Sin embargo, desde el comienzo del año, la llegada de turistas internacionales ha caído un 8%. El número de turistas japoneses ha caído en picado (-39%), seguido por los chinos (-23%), los alemanes (-11%) y los estadounidenses (-4%).
Los hoteles no lograr llenar sus habitaciones. A tal punto que algunos hoteles de lujo parisinos cerraron uno o varios pisos en agosto, en plena temporada estival.
La clientela extranjera ha desertado la Riviera Francesa, uno de los lugares más exclusivos del mundo.
“Los restaurantes y las terrazas se han vaciado”, lamenta Alain Fontaine, del sindicato francés de hotelería. “La gente prefiere quedarse en casa y pedir comida a domicilio”.
Las autoridades no escatiman los medios para hacer regresar a los turistas. Se han instalando más cámaras de seguridad y se ha reforzando la vigilancia en los sitios culturales, como el museo del Louvre y el castillo de Versailles.