Pareciera que estamos viviendo un momento en el cual las amenazas pueden resultar menos disuasivas que las ofertas. El cambio seguirá bloqueado mientras las fuerzas democráticas no logren que una parte del bloque de poder, socialmente minoritario, asuma como viable la opción de la transición.
Suponer que una marcha a Miraflores o un lance para jugarse el todo por el todo producirá una final mágico, es pasar del arte de lo posible, a la técnica de lo absurdo. La MUD ha formulado una estrategia que las encuestas y las evidencias prácticas revelan exitosa. Pero hay que llevarlas más a fondo, convertirla en patrimonio de los ciudadanos y manejarlas con un sentido más ofensivo y despierto.
Existe el riesgo de que sus líneas generales se repitan como meros clichés, que se rutinaricen las formas de lucha y que la movilización se constriña a una marcha en vez de diversificarse, de intensificarse y de relacionar las demandas de cambio institucional con los reclamos destinados a presionar al gobierno para que resuelva dificultades y reivindicaciones concretas de la vida cootidiana.
La fórmula general necesita traducirse en un programa para salir de la crisis, en un nuevo discurso para el país doliente, en un mensaje para recrear el papel constitucional y democratico de las Fuerzas Armadas, en una enérgica construcción de alianzas y consensos indispensables para que la mayoría adquiera la capacidad para retomar la vigencia de la Constitución desacatada por imposición de una cúpula totalitaria.
La MUD debe formular una oferta razonable para el 18% de los venezolanos que apoya a un gobierno cuya prolongación aumentará los costos para el PSUV y la sociedad. Una oferta de respeto del derecho de esa minoría a luchar pacífica, democratica y constitucionalmente para volver a ser mayoría.
En terminos de restablecimiento del Estado de Derecho y al principio universal que atribuye al pueblo el poder superior de decision, el CNE debe continuar la recolección de firmas sin que se inventen nuevos artificios para evitar un referendo, que generará la salida del actual presidente y permitirá al PSUV gobernar hasta el término del periodo constitucional. El segundo gran interés democratico es realizar la elección de gobernadores, cuyo diferimiento fue una violación constitucional que se dejó pasar por debajo de la mesa.
La tercera exigencia es que el gobierno cumpla todos los compromisos que demuestren su acatamiento a la Constitución y que tome las decisiones de urgencia para amortiguar la multiplicación y el agravamiento de las calamidades sociales que constituyen la amenaza más creible sobre el peor escenario para todos los venezolanos, pertenezcan al 80% de los partidarios del cambio o al 18% de los seguidores del gobierno.
La polarización artificial que buscan escenificar dos extremos muy minoritarios, convocan a una confrontación en la que después de contabilizar las tragedias de la violencia, habrá que sentarse para arribar a la negociación que no se quiere hacer ahora.
@garciasim