Desde el pasado jueves se encuentra dañada la bomba encargada de surtir agua a los cinco pisos que conforman el Hospital Central Antonio María Pineda. Es una situación que ha ocasionado que disminuya la operatividad dentro de la institución hasta en un 80 %, reseña El Carabobeño.
En los últimos días, la gobernación del estado Lara trasladó unos cinco tanques plásticos a las principales entradas del hospital, los cuales son llenados tres veces al día por camiones cisternas. Luego, el agua es trasladada de manera manual con ayuda de baldes.
A pesar de la irregularidad que afrontan los trabajadores del hospital, la atención dentro de la sala de emergencia no se ha paralizado. Sin embargo las zonas más afectadas son los pabellones de cirugía y Sala de Parto. Tanto familiares como camareras han tenido que realizar un esfuerzo mancomunado para garantizar el aseo de las salas e inclusive de los utensilios médicos.
Según el médico cirujano Jesús Guarecuco, a lo largo de este fin de semana tan solo han podido atender cuatro cirugías de extrema urgencia. “Nuestra labor se ve retrasada por todo el tiempo que perdemos para lograr esterilizar las pinzas y quirófanos. Al menos ya se corrió la voz y los pacientes acuden por sus cuentas a otros centros asistenciales”.