Vivimos la época más oscura de nuestra historia, con una escasez de alimentos, medicamentos y productos básicos sin precedentes; una inflación estimada en más de 700% para finales de 2016, y la solución del gobierno es intentar distraer al pueblo, una vez más, en esta oportunidad con la puesta en circulación de nuevas denominaciones mercantiles.
Si bien era necesario renovar el cono monetario, ciertamente lo era, la realidad es que los venezolanos seguiremos con muy poco dinero en las manos. Muchos iremos al banco, recibiremos el sueldo mensual en un billete, veremos esfumarse esa plata en un abrir y cerrar de ojos, y tendremos que pedir prestado para poder llevar comida a la casa.
La realidad es que necesitamos más que billetes de alta denominación para poder costear nuestras necesidades básicas. Necesitamos un cambio en el modelo económico y la aplicación de medidas estructurales que impulsen la producción nacional.
¡Necesitamos un cambio de gobierno YA!
Muchos aún deben recordar, cómo en 2008, los mismos billetes que estarán en la calle a partir del 15 de diciembre, de 500, 1.000, 2.000, 5.000, 10.000 y 20.000, salieron de circulación porque no servían. ¿La excusa? vendría un bolívar realmente fuerte, reflejo de una economía fuerte. Hoy repetimos la historia, lo que evidencia la dura crisis que enfrentamos como país. Aunque insistan en esconderla.
Lo inaudito, como todo lo hecho en socialismo, es que a 8 años de la reconversión monetaria que haría más fuerte a nuestro bolívar, estamos sumidos en la mayor pobreza de nuestra historia, lo que se puede demostrar en cifras.
En 2008 se requerían 4,4 salarios mínimos para satisfacer las necesidades básicas de una familia compuesta por 4 miembros. En la actualidad se necesitan 19 salarios mínimos (22.576,73 bolívares) para adquirir la canasta alimentaria para cinco miembros. Una misión casi imposible en pleno siglo 21.
Solo en octubre de 2016, la cesta básica familiar costaba BsF. 542.412,79, nada más y nada menos que 20.037,41% respecto al año 2008. ¡Sí! una cifra como sacada de una película de ficción.
La situación país que afrontamos ciertamente es inhumana. En los últimos 18 años unas 5.400 empresas en materia de alimentación han cerrado sus puertas a consecuencia de la crisis económica y el desestimulo de los revolucionarios, lo que se ha traducido en hambre y desnutrición en Venezuela.
Estudios demuestran que solo 39% del pueblo come tres veces al día, y que el 52%, lo que es igual a 19 millones de personas aproximadamente, han perdido entre 5 y 20 kg de peso corporal por mala alimentación. De 1 kilogramo diario, la mayoría está consumiendo menos de 470 gramos, como si estuviéramos en medio de un conflicto armado o de un huracán. Una realidad que no podemos aceptar.
Y mientras el precio de los productos y servicios continúa aumentando, y el valor del dinero para poder adquirirlos se sigue depreciando, los señores del gobierno se cruzan de brazos; se gastan los pocos dólares que quedan en las arcas del Estado para ir a funerales, celebrar cumpleaños bailando salsa y revivir los billetes que sacaron hace 8 años del mercado, con posibles caras nuevas, por cierto.
Amanecerá y veremos el diseño de los nuevos billetes; y mientras sale el sol, nosotros seguiremos luchando para salvar a nuestra golpeada y amada Venezuela.