Ovidio Lozada: 2017 con nuevos bríos

Ovidio Lozada: 2017 con nuevos bríos

 

 

El año nuevo tiene que venir con nuevos bríos opositores: con un discurso más creíble, consciente y contundente, con mejores y oportunos canales de comunicación con la gente, con nueva vocería o por lo menos alternándose con nuevas caras y nuevas voces, con declaraciones y acciones consensuadas pero siempre de cara a las demandas, expectativas y necesidades de la gente que quiere cambio y sobre todo con un plan estratégico bien diseñado donde no se diga todo pero se haga de todo, con acciones creíbles y ejecutables, siempre dentro del marco constitucional pero con mayores niveles de contundencia y determinación hasta alcanzar el objetivo primario: cambiar al gobierno y a su modelo pero llevando siempre bajo el brazo de la propuesta alternativa de progreso y estabilidad para el país priorizando el bienestar de la gente.





Para lograr esto se debe iniciar con dos hechos concretos: Una nueva directiva de la Asamblea Nacional, que ya está pautada y decidida; acompañada de la Refundación de la MUD, que está por definirse y que debería incluir el cambio de su secretario ejecutivo, con todo el respeto por el trabajo honesto, comprometido y tenaz de Torrealba.

Es indudable que es mucho más fácil decir, cómo debieron hacerse las cosas después que salieron mal. Lo que pareciera ser la constante de los criticones de oficio pero no sería este el caso, ya que nuestra humilde propuesta se circunscribe a comprender la inevitabilidad de un nuevo momento y de la conveniencia de asumirlo con renovados bríos.

Debemos reconocer que muchas veces, con una torpeza abismal, decidimos meternos por donde “de cajón” la cosa iba a salir mal, incluso con la previa advertencia de eso que llaman la opinión pública. ¿Y cuál ha sido el resultado para estos casos en la MUD? Deterioro de su imagen, bajón en los numeritos, decepción de seguidores y mayor desconcertación en una sociedad groseramente golpeada que mayoritariamente reconoce al gobierno de Maduro como el responsable de su desgracia.

Digo esto porque me parece que nuestros máximos representantes de la MUD, de la A.N. y de la Mesa de Diálogo, que no son todos ni siempre son los mismos pero que en los tres casos son miembros de nuestros necesarios partidos de oposición e indiscutibles dirigentes promotores del cambio, se han equivocado en pocos y distintos pero en cruciales momentos en el 2016.

Estas equivocaciones alentadas o persuadidas por acción u omisión por el propio gobierno, por sus aciertos o desaciertos, que son los más, han colmado la impaciencia a la gente que está pasando las más difíciles e indignantes penurias debido a la más grave crisis estructural que ha padecido la patria de Bolívar en toda su historia.

Este “estado de colmación o hastío” de un mayoritario sector de la sociedad confundido con aquel otro lamentable estado de “desesperanza aprendida” en otro basto sector, podría explicar para algunos conocedores de la psicología social: ¿el por qué nuestra sociedad no se ha desbordado en las calles para exigir un cambio de timón que les devuelva la esperanza y les fortalezca la fe?.

Pareciera que en tiempos pasados por mucho menos que esto, y cuando me refiero a esto, significo el desastre en que se ha vuelto un día cualquiera en este país para cualquier venezolano, ya se hubiera armado la hecatombe, quién sabe con qué consecuencias.

Me atrevería a decir que ni el Caracazo del 27 de febrero del ’89, ni  la presión social que generó la huida del dictador aquel  23 de enero del ’58, incluso ni siquiera el germen de la insatisfacción social previa a las grandes luchas por nuestra independencia, reunieron tanta rabieta, impotencia e indignación social como las que padece cualquier cristiano hoy en esta maltratada nación.

Y que en este claro contexto, cuando la mayoría abierta sabe que los responsables directos y causales de este desastre son el gobierno de Maduro, su camarilla y el modelo “socialista”, y que en consecuencia se dibuja un momento preciso en un contexto estadísticamente favorable en el cual el oficialismo nunca antes había estado tan mal, con numeritos tan bajos, lo que induce a pensar que cualquier jugada estratégicamente bien orquestada pudiera garantizarle al descontento un camino alternativo que le garantice con cierta seguridad el cambio de rumbo… entonces, se nos apaga la luz.

Ocurre algo inesperado que delata la imprecisión, la descoordinación, la contradicción, la indecisión, la equivocación y hasta la mala suerte del lado opositor, lo que desdice de su necesaria capacidad de planificar estratégicamente y de llevar con exactitud el “timing político” para actuar con audacia y contundencia justo en el preciso momento político en que se requiere, que es aquel cuando más daño le haría al gobierno y mayor garantía de éxito opositor se tendría, lo que en consecuencia hubiera posiblemente redundado, hace rato, en saciar la sed de cambio existente y devolverles esperanza y fe a quienes mayoritariamente las pregonan.

También es cierto y de necesaria comprensión que las pocas pero infelices veces que esto le ha ocurrido a la oposición, del lado del gobierno, que ha mostrado ser el más desalmado, indolente y antidemocrático, hay un habanero juego montado con el apoyo de los medios públicos y el silencio de algunos privados para aprovecharse, como le corresponde a todo régimen que mata por aferrarse al poder, de aquel desliz de su oponente para sacarle la mayor rentabilidad política. Asunto que afortunadamente no se ha traducido en mejoras directas para el gobierno, que no sube sus números, sino en alivios indirectos por extender su agonía o por el descrédito que se le ha endosado en alguna medida a la oposición.

Vale decir, por dar un solo ejemplo, con el caso de los diputados de Amazonas, tan electos y proclamados como Julio Borges o Héctor Rodríguez, ha ocurrido un ping pong de marchas y contramarchas que dibujan lo que trato de simbolizar con este artículo, de nuestra gestión opositora en este año 2016.

Desde la aceptación de su irregular desproclamación por el TSJ, después de la proclamación del CNE que les otorgaba por ley su inmunidad, su juramentación tardía para algunos, su desincorporación entendible para otros, su re-incorporación ilusoria para estos y su re-desincorporación “negociada”, hasta pasearnos por una posible nueva reincorporación por estos días, muestra gráficamente la necesidad de replantear el “estilacho” político opositor como una reflexión autocrítica.

O como segundo gran ejemplo, el último de estos contradictorios episodios de la oposición, referido al frustrado nombramiento de los dos rectores que gracias a la norma y no a la providencia correspondía a la AN nombrar, pero que nunca resolvió tener el finiquito de este cuento a tiempo por circunstancias y otras marchas y contramarchas solo endosables, hasta el último minuto, a la propia oposición.

La oposición en la A.N. había hecho todo bien y a tiempo pero creyendo en “pajaritos preñados” dejó pasar su cuarto de hora y con todo el escenario formal montado en el Capitolio Nacional esperó y esperó, dejando pasar los días formales, los cruciales, y nada, que si el Defensor, que si la Mesa de Diálogo, que si la omisión legislativa, que si es mejor en la sesión que viene, que si mejor en la última del año para que sirva de guinda o de aceituna de hallaca y “chucuplúm”: ¿Ciudadano secretario, sírvase decir si hay quorum?  No hay quorum ciudadano presidente.

¡Feliz año!