Como candidato republicano, Donald Trump prometió construir un “muro grande y precioso” en la frontera con México, que pagaría el país vecino y serviría para frenar la llegada de “drogas” y “violadores”. Ahora, como presidente electo de Estados Unidos, empieza a explorar si esa promesa, un símbolo de su campaña, es viable. El equipo de Trump ha contactado a funcionarios fronterizos de Texas para conocer su opinión. La respuesta ha sido que, si se construye una barrera, debería ser una valla, no un muro, y solo en zonas concretas, reseñó El País.
Así lo asegura Henry Cuellar, un congresista demócrata por Texas, que se opone a los planes migratorios del republicano. Cuellar, que representa un distrito que tiene 320 kilómetros de frontera, ha hablado en los últimos días con dos responsables de la guardia fronteriza que han sido contactados por el equipo de Trump. La sede central del departamento de Aduanas y Protección de Frontera ha pedido a los jefes de cada tramo fronterizo recomendaciones y un análisis de la situación sobre el terreno para transmitírselo al presidente electo.
Un portavoz de ese departamento declinó responder a las preguntas de EL PAÍS sobre esos contactos. El equipo de Trump, que asume el cargo el 20 de enero, no respondió a una petición de información sobre este asunto.