Nacido en el seno de una familia campesina de Pokrovskoie, en Siberia, Grigori Yefímovich Rasputín se convirtió en una de las personas más influyentes de principios de siglo XX, reseña National Geographic.
Sin embargo no todos confiaban en Rasputín ni creían en la bondad sus recomendaciones. Según el propio relato de Félix Yusúpov, él mismo atrajo a Rasputín a su palacio engañado.
Una vez allí, en el sótano, le envenenaron con pasteles con cianuro, pero como el veneno no le afectó, Félix le disparó con el revólver Browning de Dimitri Pávlovich, primo de Nicolás. Creían que había muerto, pero se levantó y huyó por el patio trasero del palacio.
Sin embargo, el diputado ultraderechista de la Duma, Vladimir Purishkevich, le alcanzó con su pistola dos veces y lo mató. Trasladaron el cuerpo en un choche y lo lanzaron al río por un agujero que había en el hielo.
En 1916, el Foreign Office británico dirigió la investigación en la capital rusa, por los agentes Stephen Alley, John Scale y Oswald Rayner.
Rayner visitó a Félix la mañana siguiente del asesinato y permaneció a su lado las 24 horas siguientes, lo que sería un indicio del papel del BSIS en el crimen, implícito en el telegrama enviado el 7 de enero de 1917 por Stephen Alley a John Scale desde San Petersburgo.
En él se decía: “Aunque las cosas aquí no han sucedido enteramente según lo planeado, nuestro objetivo ha sido claramente alcanzado. La reacción a la desaparición de las Fuerzas Oscuras (en alusión a Rasputín) ha sido bien recibida, aunque ya se han hecho algunas preguntas incómodas sobre una participación más amplia. Rayner está trabajando en los cabos sueltos y sin duda te informará cuando vuelvas”.
El mensaje advierte la positiva reacción de los rusos que trabajaban con el BSIS, e indica también que otros rusos se preguntaban sobre el papel de este servicio secreto, como el propio zar, quien el 19 de diciembre mencionó al embajador británico George Buchanan los rumores que implicaban a dos “oficiales ingleses” en el asesinato, a lo que Buchanan adujo que derivaban de la antigua amistad de Rayner y Yusúpov.
La autopsia de Rasputín desapareció tras la Revolución, excepto algunas fotografías, pero su autor, el doctor Kosorotov, refirió los datos más importantes en una entrevista de 1917.
De las heridas por arma de fuego en el cadáver, la del pecho y la del costado habrían provocado la muerte en 20 minutos; otra, en la frente, la causó un arma que no debía de estar a más de 23 cm, ya que se hallaron residuos de pólvora en el cuerpo, y se infligió cuando Rasputín yacía en el suelo.
En 2004, el patólogo forense británico Derrick Pounder concluyó que esa herida la provocó una bala salida de un Webley calibre .455, arma usada solamente por el BSIS –lo que, según Andrew Cook, probaría que fue Rayner quien disparó–. Pero se ha considerado que este dato no es concluyente por basarse sólo en las fotografías.