Se va el 2016 dejando un rastro de frustraciones y sinsabores en la Venezuela socialista, chavista, antiimperialista y, yo le añadiría, anticonstitucionalista del régimen de Nicolás Maduro.
En el resto del continente, por el contrario, la situación globalmente considerada, ha dejado un saldo positivo para los buenos y uno en rojo; más en lo que América Latina se refiere, para los malos. Como lo señalamos en un artículo de comienzos de año, el 2016 marcó el ocaso de la” franquicia chavista” con el triunfo del No, por unos ocho puntos de diferencia sobre el Si, en la consulta efectuada al pueblo boliviano, la cual dejó contundentemente establecido que no desea a Evo Morales como candidato, por cuarta vez consecutiva, en las elecciones presidenciales del año 2019. Evento electoral este, que unido al anuncio de Rafael Correa en Ecuador, de no postularse nuevamente a las elecciones de febrero 2017, dejan en ascuas a los seguidores de ambos presidentes. No debemos olvidar que Evo Morales y Rafael Correa, son los productos más emblemáticos de aquella “franquicia chavista”, al ganar sus primeras elecciones presidenciales en Bolivia y Ecuador, respectivament6e, en el año 2006 y permanecer en el poder desde entonces.
La derrota en la Argentina del “Kirchnerismo”, después de doce años mandando, con el triunfo de Macri a finales del año 2015 y la caída del “Lulismo” con la defenestración de Dilma Roussef a mediados del 2016, decretaron el final de los otros dos “ismos” de Suramérica, que junto con el “Chavismo”, conformaron un consorcio internacional de poder y corrupción de proporciones políticas y económicas gigantescas, cuyos tentáculos, conexiones y efectos devastadores en nuestro continente apenas están comenzando a revelarse y cuyas dos primeras víctimas importantes, Lula y Cristina Kirchner, apenas comienzan un camino que no estará exento de sorpresas y altibajos.
Mientras tanto, México estuvo lidiando durante el 2016 con otro tipo de problemas. Algunos de vieja data, como el de la emigración ilegal hacia los Estados Unidos, agravado por el affaire Trump- Peña Nieto o el económico, con un peso castigado durante todo el año y que lo cierra, dejando paradójicamente, sin gasolina, a todo un país petrolero. Ello sin contar los escándalos personales que sacudieron al Presidente de México, como el del plagio de su ya famosa tesis de grado; la anarquía que reina en todo el territorio; el narcotráfico y el terrible incendio del mercado de pirotecnia de Tultepec con un saldo de al menos treinta muertos.
En los EEUU, el triunfo de Donald Trump, contra todo pronóstico, abre una serie de incertidumbres que preocupan tanto a propios como a extraños. Por su parte, la Unión Europea se apresta a tomar las medidas que la salida de UK, le demanda. Una nueva realidad que aún nos parece definitiva, dada la carta que queda por jugar en el Alto Tribunal de Apelaciones, donde se decidirá el recurso del gobierno británico contra la sentencia judicial ordenándole llevar al Parlamento la decisión de acatar o no, el resultado de la consulta popular que dijo si al Brexit, a mediados del 2016; dado el carácter no vinculante que tuvo dicho referéndum.
Para Venezuela siguen yendo nuestras palabras de esperanza y de aliento. Si el 2016 empezó con aires de cambio, en razón principalmente de la victoria en las urnas, por parte de la oposición, que la llevó a ocupar 110 escaños de los 167 que conforman la Asamblea Nacional, el balance al final, es deplorable, decepcionante, como lo indicamos al inicio de este articulo; pero, sobre todo, incomprensible.
En la guerra desatada por el régimen, contra la Asamblea Nacional durante todo el utilizando siempre como ariete al Tribunal Supremo de Justicia, nadie llegó a pensar que la ficción sustituiría a la realidad y que el régimen sin ningún tipo de resquemor se atrevería a seguir violando la Constitución en las propias narices de los venezolanos, comenzando con quitarle a la oposición, de manera burda y sin legalidad alguna, salvo la que aparentemente le da a la sentencia el haber sido firmada por los magistrados del TSJ, tres de las diputaciones ganadas unas semanas atrás, con el único y avieso propósito de impedirle hacer uso de la mayoría calificada que la Constitución establece.
Por si fuera poco, le dijeron no a la liberación de los presos políticos; al Referéndum Revocatorio, ya desde mediados del año, y de paso convencieron a alguna parte de la Mesa de la Unidad a participar en un dialogo que terminaba de sepultarlo con su anuencia inesperada, a la vez que apaciguando cualquier sentimiento o animo de protesta callejera. En definitiva, la frustración del ejercicio de los derechos, de los pocos, que aún le quedaban como esperanza al pueblo venezolano.
Pero como lo hemos venido diciendo en varios de nuestros artículos publicados durante el año 2016, el Revocatorio aún es posible si nos acogemos a la tesis de que como Nicolás Maduro asumió su cargo de presidente electo el 19 de abril del 2013, la mitad de su periodo presidencial se produjo el 19 de abril y no el 10 de enero del año 2016; razón por la cual quedarían aun cuatro meses y medio para realizarlo con plenos efectos, tiempo similar al que requirió el revocatorio contra Chávez en el 2004.
¡Salud y felicidad para todos nuestros lectores, en el 2017!
@xlmlf