El Colapso del control pudiera entenderse como un evento que se encuentra en el futuro, es decir, en el 2017 se producirá el colapso del control del régimen castro-chavista, pero la idea que quiero transmitir es otra, el colapso no es una cuestión que este en el futuro sino en el pasado. El colapso del régimen es un asunto que comenzó el 2007 con la perdida por parte del zurdo del referendo constitucional. A partir de ahí el régimen viene en una deriva en la cual ha venido perdiendo sus bases fundamentales de poder, la hegemonía social, la renta petrolera, el dominio y respaldo de gobiernos importantes de la región y el mundo y finalmente la perdida de la unanimidad en el mundo militar. Pero además, Nicolás Maduro logró hacer de esto un descalabro mayor y acelerar el proceso de pérdida de apoyos, amén de pérdidas masivas de legitimidad y legalidad.
El problema del control hegemónico (totalitario o no) ha sido un tema que ha sido objeto de estudio, porque no decirlo, por la fascinación que produce la posibilidad de producir un experimento social y político que pueda tener como efecto un cambio social en que se produzca un modo de vida que resuelva todos los problemas de la sociedad y de los ciudadanos. No hay que perder de vista el apoyo que muchos países europeos otorgan a los “experimentos revolucionarios” del Tercer Mundo, hasta en que se produce el naufragio sangriento, es decir, la decepción se produce por el fracaso, mientras tanto el mal ya está hecho.
Grandes intelectuales como Freud, Adorno, Heidegger, Habermas, Aron, Arend, Heller, han estudiado el fenómeno totalitario, para concluir cada uno con sus argumentos y desde sus perspectivas teóricas que el poder hegemónico termina en la anomia social y política donde no se controla nada, donde el control termina implosionando.
Esta anomia es la que está viviendo nuestro país como resultado de la implosión del control, no otra cosa es el proceso de destrucción productiva, de destrucción monetaria, que se sintetiza en un voraz incendio hiperinflacionario que alcanzara los cuatro dígitos este año; anomia social que se revela en los 300.000 homicidios en estos 18 años de socialismo que este año superará la cifra de 28.000. Siendo el condicionante fundamental la división del poder que por diseño realizó el difunto y que bajo la jefatura de Nicolás Maduro se ha convertido en un división del poder entre las diversas bandas herederas del “chavismo original”, y cuya acción se ha convertido en una fuerza devastadora del país pero también de su propio poder.
Estamos viviendo la experiencia de un régimen zombi, es decir, que sobrevive a su propia muerte, y es esto lo que lo vuelve más salvaje, más peligroso. Por ello el gobierno de Nicolás Maduro, es más represivo y violento que el del llanero –que ya es mucho decir-, más presos políticos, una escalada cada vez mayor en la violación de los derechos humanos, más inescrupulosa la gestión económica y social, más incontrolable la toma de decisiones, como la hemos visto con la salida de circulación de los billetes de Bs.100. Un régimen zombi es cada más inhumano, más pulsional, más fuera de la ley.
La pregunta es cómo salir de este régimen zombi. La respuesta es, usando nuestra mayor ventaja, que no es otra que la fuerza mayoritaria de la gente en la calle expresando su deseo de salir de Nicolás Maduro y de la banda de los siete. Fuerza que se expresó en las elecciones legislativas del 6D del año pasado y que se reafirmó el 1S y el 26O de este año y que irrumpe con toda contundencia en todas mediciones de opinión hasta las del propio régimen. Hay que presionar con la fuerza social que nos avala el cambio político que el país desea y reclama, hay que conquistar una salida electoral que permita un tránsito Constitucional, democrático y electoral de este régimen para construir un sistema republicano y democrático.
Pedro Vicente Castro Guillen @Pedrovcastrog