En 2007 Amanda Lewis, una madre soltera de 27 años, vivía con sus dos hijos: AJ y su media hermana, Adrianna en la ciudad de Florida, Estados Unidos y fue acusada de darle muerte a su propia hija ahogándola en la piscina de su casa, reseñó Contexto.
Según el testimonio de la mujer, todo se trató de un accidente.
Lewis había conseguido un trabajo como enfermera por las noches, así que al día siguiente la mujer tomó una siesta mientras los niños veían dibujos animados para después salir a comprar algunos artículos escolares.
Como hacían cerca de 38°C, los niños querían nadar. “Les dije que no podíamos entrar en la piscina hoy porque iríamos a comprar algunas cosas, pero los dejé salir a jugar por unos minutos mientras yo me preparaba”, dijo.
En el patio, había una piscina de 80 centímetros de profundidad que tenía la escalera escondida en el cobertizo ya que en ese momento no contaban con la supervisión de un adulto.
Según recoge el sitio abcNews, AJ fue corriendo donde estaba Lewis y le dijo: “‘Mamá, Adrianna está en la piscina”. “Al principio pensé que quería decir que tal vez estaba junto a la piscina y le dije, ‘OK, bueno, dile que entre’”, aseguró la mujer.
Después de unos minutos, Lewis fue a buscar a la pequeña. “Salí corriendo de la casa y cuando llegué a la piscina (Adrianna) estaba boca abajo, muy morada, muy azul”.
Pero el testimonio de esta mujer no fue convincente para el tribunal de Florida, ya que cuando entrevistaron a AJ, el niño contó lo que había visto.
Explicó, mediante un dibujo, que fue su propia madre quien había ahogado a Adrianna, poniéndole la mano sobre su cara hasta que la niña perdió completamente el conocimiento.
Según el dictamen del médico forense encargado de la investigación, la menor no tenía golpes y presentaba signos de haber sido ahogada por otra persona.
Luego de un juicio de cuatro días, el jurado determinó que Amanda Lewis era culpable por asesinato en primer grado y fue condenada a cadena perpetua.