En medio de una crisis profunda de valores, auspiciada quizá por el deterioro en la calidad de vida de todos los venezolanos, y fundamentada en el fracaso de una visión y modelo de gestión política despunta, y emerge como esperanza creadora y renovadora según las palabras de Roberto Smith “ un maestro criollo, varguense que extiende la mano, sus conocimientos y la mejor voluntad, para procurar y sostener el avance en la formación de nuestros niños y estudiantes en general, de una Venezuela que necesita, exige y merece una reingeniería social de emergencia.”
Para Roberto Smith el estado tiene una deuda socioeconómica y moral con los maestros “que debe honrar, porque son pieza angular y columna vertebral imprescindible para la renovación de un verdadero tejido social. El maestro tiene que ser reconocido en su justa dimensión, porque exceden sus capacidades apostando sin miramientos al rol que asumieron con hidalguía, y que hoy reconocemos con orgullo.”
Finaliza Smith recordando el legado y la genética de maestros universales y locales que permiten observar ese “océano de oportunidades, cuando pensamos en Andrés Bello, Simón Rodríguez, Rómulo Gallegos, Luis Beltrán Prieto Figueroa, y los dignos educadores de hoy quien han sido,son y serán formadores de espíritus y conciencias libertarias.”