Según lo define el Diccionario de la Real Academia Española, la democracia es: la forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos; el país cuya forma de gobierno es una democracia; doctrina política según la cual la soberanía reside en el pueblo, que ejerce el poder directamente o por medio de representantes.
Repasar un concepto tan esencial y arraigado en nuestra memoria colectiva, es un ejercicio doloroso y casi cínico. Mirar atrás y el presente, hace que las llagas de las libertades perdidas ardan. Podríamos escribir muchas líneas de lamentaciones y de mea culpas expuestos desde la humildad, pero no. Nos ocupa el rescate y el futuro, por ardua y heroica que sea la la tarea. Esta no es una democracia, es una neo dictadura.
El gobierno ha decidido que no tenemos derecho al voto por miedo a contarse y salir derrotado, como ya ocurrió en 2015, y esa decisión se traduce en que no existe a la fecha un cronograma electoral para este año. Desde el ejecutivo, sus voceros y replicadores se insiste en la necesidad de invalidar a la MUD como coalición electoral para, una vez más, recurrir a la vieja técnica rusa, copiada al carbón, de eliminar al adversario -sin obviar al mal ejemplo nicaragüense- para desaparecerlo de la escena y consolidarse como opción única.
¿Quién puede llamar democracia a un país sin elecciones, sin derecho al referendo y con presos políticos? La desfachatez con la que se violó la inmunidad parlamentaria de nuestro colega Gilber Caro, expuesto ante la opinión pública desde la indefensión de una celda, con todas las violaciones al debido proceso es más que una evidencia, un mensaje claro de lo que hará el gobierno, bajo la égida del Comando Anti Golpe. A pie, intentamos a visitar a nuestro compañero, porque se nos negó el derecho de hacerlo en carro, debido una orden del gobierno regional de Guárico, disfrazada de protesta.
El pueblo perdió la ceguera, hace muchos días de colas y de escasez que la perdió. El pueblo de Vargas no cree que el puente de Guanape se cayó porque unos malos hombres jugaron con la paz de una comunidad.
Las historias de desidia son parte de la democracia a lo Maduro. Seguiremos en la calle, amparados por el derecho a la protesta que consagra nuestra Constitución, pidiendo elecciones. Esa y no otra es nuestra agenda política, aunque el aparato de la dictadura siembre los guiones para reprimir, líneas a las que, por cierto, el ciudadano ya no les cree.
Jorge Millán