Quizás por el torrente petrolero que nos ha impedido acceder al desarrollo durante los últimos 59 años, los venezolanos tenemos una mentalidad de que todo lo construido, andado o aprendido es desechable. Pero si miramos un poco más en la historia encontramos comportamientos similares. Hemos tenido 26 constituciones a lo largo de nuestra corta historia republicana. Ya se está hablando de un nuevo proceso constituyente que nos daría una nueva carta magna. Eso, en mi opinión, no habla nada bien de los venezolanos.
Este ánimo de borrón y cuenta nueva lo han aplicado casi todas las clases políticas que accedieron al poder ya fuese por la vía electoral o través de un movimiento de fuerza. La excusa siempre fue lo mismo, lo anterior no sirvió, aquí llegamos nosotros que sabemos hacer las cosas y dictamos nuestras propias reglas de juego. Esta visión de la política en la cual nada se construye sobre lo elaborado está nuevamente tomando cuerpo para llevarse a la MUD en los cachos.
Hay un grupo de políticos opuestos al gobierno que entienden su ascenso a la cúspide del liderazgo venezolano por medio de la sustitución, destrucción y sepelio de la MUD. No podemos quitarle la razón a quienes critican a la MUD. La pregunta que nos debemos hacer es si debemos construir un nuevo aparato político o hacer una reingeniería del que ya tenemos.
Recuerdo que en 2015, la mayoría de las opiniones que se leían en los medios de comunicación y las redes sobre la MUD eran negativas o en el mejor de los casos, ponían en duda su capacidad para adelantar un proceso electoral en el que el pueblo pudiera quitarle la Asamblea Nacional al chavismo.
Como estudioso de la cultura política del venezolano, estaba seguro de que el pueblo iba a castigar al gobierno arrebatándole el poder parlamentario. Con base en encuestas, resultados electorales pasados y algunos estudios cualitativos predije que la oposición sacaría 113 diputados. Fui duramente criticado. Los argumentos de la crítica muchas veces eran infantiles. Pasaban por aquello de que el pueblo iba a rendirle tributo a Chávez y le ratificaría su poder. Que nos iban a robar las elecciones y una cantidad de argumentaciones varias.
Lo cierto es que la estrategia de la MUD convertida en operaciones electorales por los partidos políticos rindió los frutos que tenían que cosechar en un ambiente en el que el rechazo al gobierno era muy alto y la gente había perdido la fe en las posibilidades del chavismo para resolver los problemas que aquejan al pueblo.
Anta la apabullante victoria de 2015 el gobierno no tardó en reaccionar sacando a relucir su desprecio por los valores de la democracia. Los factores de la MUD que venían apostando a las reglas de juego no vieron venir lo que sería un asalto judicial al parlamento. Uno que se comenzó a gestar cuando una Asamblea Nacional cuyo mandato había sido oficialmente revocado por el soberano siguió adelante, violando la constitución, con el nombramiento de un Tribunal Supremo de Justicia írrito compuesto en su mayoría por operadores políticos del régimen.
En este momento de la lectura es preciso recordar que la MUD es una organización paraguas que recoge los esfuerzos de la oposición venezolana para establecer estrategias políticas acordadas por las fuerzas que la componen. Desde el punto de vista de la operación, la carga recae en los partidos políticos. Y allí encontraremos responsabilidades en no haber previsto el comportamiento dictatorial de un régimen derrotado por el pueblo.
Son los partidos políticos y los líderes los que tienen que adelantar procesos de reflexión. De evaluación de sus actuaciones. De definición del momento que estamos viviendo. De creación y puesta en marcha de nuevas estrategias que tengan como finalidad la conquista del poder.
¿Deben hacerlo a través de la MUD? Conociendo a los políticos venezolanos me atrevo a decir que no hay otra forma posible. La única alternativa sería una plataforma unitaria integrada en un solo partido opositor con una directiva coherente y con un plan de país que se le pueda presentar a los venezolanos. Lamentablemente, la visión de terrenito político de todos nuestros dirigentes hace tal plataforma inviable.
Lo que queda entonces es la MUD. ¿Esta MUD?
Evidentemente no. La MUD necesita una reingeniería que la lleve a un punto intermedio entre lo que es actualmente y el ideal de la plataforma integrada. Para ello, propongo que el cargo de Secretario General de la MUD, que hasta ahora ha sido excelentemente desempeñado por Jesús Torrealba, sea ejercido de manera rotatoria por los secretarios generales de los partidos que la integran. Cada uno ejercería el cargo por seis meses. Un ejercicio político y no meramente técnico.
Se espera que esa nueva MUD tenga una rápida capacidad de reacción a las estrategias del régimen. Debe ser capaz de adelantar las jugadas del chavismo y poner en acción tácticas que le cierren posibilidades de triunfo al gobierno.
Esta nueva MUD debe denunciar ante el mundo, de manera formal, que en Venezuela padecemos una dictadura que no respeta resquicio constitucional alguno. De esta forma, las estrategias de la MUD podrán y tendrán que ser consistentes con esa declaración.
El diálogo sigue siendo una posibilidad. Pero los partidos políticos tienen que jugar fuerte. Deben proponer a los facilitadores. Los actuales son del gobierno. El pueblo necesita sus propios negociadores. Hay cantidad de ex presidentes latinoamericanos que pueden desarrollar ese papel. Para ello es necesario arrancarle al gobierno un compromiso formal con el diálogo. No esa actitud de perdonavidas que suele exhibir Maduro cuando habla de esto.
El documento sobre el cual discutir no puede estar redactado por organizaciones que como el catalán Institute for Integrated Transitions, autor del adefesio que circuló ampliamente, no conocen en profundidad el caso venezolano.
Es difícil tener que dialogar con individuos que ponen sus intereses personales por encima de la constitución. Individuos que son buscados por la justicia internacional o que en mejor de los casos no tienen cómo explicar los niveles de vida que disfrutan ellos y sus familiares.
Los partidos políticos y sus líderes y no la MUD son los que tienen las responsabilidad de sacar la cara por los venezolanos. Ya está bueno de esconderse detrás de un escaparate vacío que no es más que la representación virtual de una unidad forzada por las exigencias del pueblo venezolano.
Ojalá que el llamado que hagan los líderes de los partidos pequeños y más pequeños sea el de rescatar el proceso unitario más allá del nombre. De convertirlo en una plataforma de acciones en las cuales los terrenitos políticos no tengan prioridad por encima de las expectativas del soberano. Esperamos que el intento de destrucción de la MUD no sea un artilugio para pretender la imposible conducción de la oposición en solitario. Todo lo que se haga fuera del concepto de la unidad exigida por el pueblo está condenado al fracaso.
El reto no es para la MUD. Es para esos líderes políticos que adquirieron el compromiso de luchar por la democracia y el país. El mandato es unidad, ustedes verán como la implantan más allá de lo meramente comunicacional.
@botellazo