Pensar que se puede concurrir a un diálogo, donde según decir no desmentido se debe a la iniciativa de un presidente harto cuestionado por la opinión pública nacional, tenido en la región y por los organismos internacionales como incurso en violación flagrante del orden institucional y democrático del Estado venezolano e irrespetuoso a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; dialogo que por encima de lo que debe entenderse por negociación para que las partes con representación paritaria y coordinación neutral, hagan valer como no discutible la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo democrático, sería servir de “ Mampara”, para la permanencia autoritaria, de un régimen que si bien dispone abusivamente de los recursos del Estado para hacer política, bueno es reconocer, que ha perdido en forma progresiva el respaldo de opinión legitima que le permitió ascender al poder; lo que por demás fuerza a una consideración sobre la forma si se quiere irresoluta de la actual conducción opositora.
El país se niega a admitir que la pretensión constante, reiterada, sin equívoco, con coincidencia de convicción firme del pueblo, para impedir que por cualquier medio ilícito, los que hoy son poseedores de las riendas del poder, desobedezcan los principios cardinales estatuidos en la Constitución, al considerar estos últimos, que tal pretensión no es más que “vapores de la fantasía” , “porque hoy la oposición carece de capacidad para convocar el pueblo a la calle y porque no cuenta con la Fuerza Armada Nacional para aventuras” como lo ha sostenido un comentarista político del sector gubernamental; obliga a considerar como no permisible que el Presidente que no ha cumplido las atribuciones que por mandato constitucional le impone el Estado, no sea condenables políticamente, como también, por razones de principio no sea reprobada y reprochable conducta alguna que conlleve a la Asamblea Nacional a no cumplir el mandato de probidad para ejercer las funciones de control sobre el presidente Nicolás Maduro y la Administración Pública Nacional, alegándose como justificación para evadirlas, un supuesto entendido para la realización del diálogo, referido.
Se equivocan lo que disponen de los medios de comunicación del Estado, al pretender persuadir mediante falsa e interesada argumentación, que la conducta del conglomerado opositor no tiene otro propósito que el “forjar sobre la posibilidad de contar con el apoyo de la FAN para la ruptura del hilo constitucional”, por no gozar de asidero, dado que pretender que él militar activo ocupe el estamento burocrática para intervenir en los asuntos políticos, más que inconstitucional, simula maniobra para presentar al pueblo opositor como contrario al principio constitucional de que la FAN “ en cumplimiento de sus funciones, está al servicio de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna”
Defender la Constitución por incumplimiento de la misma, por parte del actual régimen autoritario y sus órganos subordinados, como se ha venido haciendo, implica ser “Fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia , la paz y la libertad” por estar legítimamente autorizado para desconocer cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticas o menoscabe los derechos humanos”
El diálogo incordio, incentivado mediante argucia de la dirección política del gobierno autoritario de ejercicio incongruente con las atribuciones que le corresponden al Estado no es más que una actuación maniquea dirigida a causarle daño a la mayoría ciudadana, que disiente de la conducta del presidente Nicolás Maduro por no haber cumplido con su responsabilidad de garantizar los derechos y libertades de los venezolanos, como obligación inherente a su cargo, entendido como mecanismo de defensa del gobierno con ostensible perdida de respaldo popular , que tiene como fin impedir que los procesos electorales puedan realizarse en los términos legales pautados en la Ley Orgánica de Procesos Electorales.
El capricho impertérrito de un gobierno que pierde adherencia, cuyo presidente no goza de 10% de respaldo del pueblo que lo eligió, con fracaso en cuanto a la implantación de un diálogo incapaz de producir soluciones para el logro de la libertad de los presos políticos; del respeto al debido proceso; de enjuiciar a los funcionarios que han hecho del peculado un medio “panzón de enriquecimiento ilícito”, débil ante el crecimiento exponencial de la corrupción; donde el hambre , la inseguridad y arbitrariedad funcionarial campean, con persecución inclemente a los medios de expresión y con flagrancia constitucional, sumada la evidencia de divergencias en la dirección del ejecutivo nacional, incompetente para enfrentar la mayoría opositora, por lo que habida su situación de estado terminal, ha influido para que a través de él Poder Judicial entendido con el Electoral, haga factible la inhabilitación de líderes que le son adversos.
Empero lo sostenido, duda no cabe que el cambio de la dirección de la actual situación política se ha transformado en un estado de apremiante necesidad, que plantea de urgencia la reivindicación de la libertad e igualdad en la actuación política, para hacer que las masas más poderosas y numerosas que rechazan el gobierno autoritario, impongan el respeto y cumplimiento electoral virtualmente negado, para que mediante el cambio ansiado a través de los medios constitucionales nos haga expedito la restauración democrática institucional, la cual no puede realizarse en forma desorganizada y amorfa, por lo que para ello está planteado una disposición de enseñanza unitaria de interés popular.
Coincido con lo expresado por muchos de los entendidos y estudiosos de la situación política venezolana, que difícil será negar que la oposición , la nuestra, atraviesa una crisis no ideológica, que implica falta de representación, por cuanto no ha habido una empatía de conexión entre representantes y representados, entendido que la confianza entre ambos actualmente es precaria, si se toma en cuenta que durante el trabajo inicial para llevar a cabo el revocatorio, hubo fluidez entre el partido MUD y la ciudadanía; sin duda hubo coherencia y unidad, puesto que la votación esperada para llevarlo a cabo no requería de la identidad de partido, ni de color ni de tarjeta: la soberanía debería de expresarse mediante un Sí o un No; había un objetivo y por eso unidad, lo cual a posteriori no fue transformado en una lucha por la defensa de la Constitución.
¿Podrá la MUD, hoy constituida en partido legalizado, ser capaz de superar sus diferencias y entender que como parte del pueblo opositor, no del todo, tiene por razones de interés nacional que desprenderse de posiciones individuales, para darle paso a una verdadera integración nacional? ¿Si así lo hiciere que Dios la premie; sino que os lo demande? La oposición no puede ser irresoluta.