El Vaticano reunió hoy a numerosos expertos médicos de todo el mundo para tratar el “drama actual” del tráfico de órganos, cuyas víctimas suelen seguir el mismo patrón: varones jóvenes, pobres y prácticamente analfabetos.
La Pontifica Academia de Ciencias reúne a numerosos expertos que abordarán hasta mañana las causas de este “flagelo” a escala global y que el propio papa Francisco considera un derivado de la trata de personas, otra “forma moderna de esclavitud”.
En la primera jornada se analizó la situación del sistema de trasplantes de muchos países, incluso China, que no mantiene relaciones diplomáticas con la Santa Sede, mientras que el miércoles se dedicará a estudiar métodos para combatir el tráfico.
En el acto participó el presidente de la Sociedad de Trasplante de América Latina y el Caribe (STALYC), el colombiano Alejandro Niño Murcia, que explicó que el tráfico de órganos deriva de “un mercado en el que hay más demanda que oferta”, más demandantes que donantes.
“La gente busca salidas y los países y personas con mayor poder adquisitivo tratan de aprovecharse de las personas que tienen algún déficit o problema económico. Aprovecharse de su condición de necesidad económica para que donen algunos de sus órganos”, lamentó.
En su opinión, “cada país debería contar con un registro nacional de trasplantes para que cada paciente tenga claro de dónde vino ese órgano, por qué fue a él y no a otra persona”.
Recordó que su país, Colombia, tenía graves problemas por este tema hace varios años pero que logró controlarlo a raíz de la Declaración de Estambul de 2008, una vez que las autoridades fueron conscientes del fenómeno y comenzaron a trabajar adecuadamente.
No obstante, en su opinión, esta lacra “migró a otros países” vecinos y hoy, en la reunión que mantuvieron en el Vaticano, “salieron a flote casos en Perú, Costa Rica y México”.
Las víctimas de estas redes son generalmente adultos con necesidades económicas.
“Siempre es la debilidad económica de la que se aprovechan para obtener que la gente done los órganos”, recalcó.
También participó la doctora Beatriz Domínguez Gil, de la Organización Nacional de Trasplantes española (ONT), quien subrayó que el principal problema a la hora de combatir el tráfico ilegal de órganos es que “muchas veces ocurre en un contexto trasnacional”.
El que un sujeto acuda a otro país para implantarse el órgano de otra persona implica un problema añadido pues entran en juego dos jurisdicciones distintas y, en su opinión, “no existe cooperación internacional en la persecución de este tipo de prácticas”.
Domínguez Gil dijo que el perfil de las víctimas de las redes del tráfico de órganos suele seguir un patrón similar: varones jóvenes, por debajo del umbral de la pobreza y prácticamente analfabetos, por lo que no comprenden los riesgos que entrañan las operaciones.
Viven en países pobres que no consideran prioritario la lucha contra este tráfico y que adolecen de una legislación “muy pobremente implementada” para hacerlo frente.
Por contra, los países de los que procede el receptor suelen ser ricos con escasa oferta de órganos y a juicio de Domínguez Gil deben “ponerse dificultades para que un paciente se vaya a trasplantar en estas condiciones”.
Una vez han pasado por el trasplante y regresen a su país de origen, deberían responder a “algún tipo de responsabilidad” y la doctora opinó que debe existir “la obligación de que los profesionales (médicos) reporten estos casos” cuando los conozca.
“Que no se limiten a seguirlos en los centros sin reportar que ese paciente ha regresado trasplantado en esas condiciones”, dijo.
Puso como ejemplo el caso de España, donde “no hay pacientes que vayan a otros países a trasplantarse” porque en su país tienen acceso a los órganos.
El precio de un órgano en el mercado negro puede alcanzar los 150.000 dólares (más de 140.000 euros) de lo que el donante recibe entre un 5 % y un 10 % “en el mejor de los casos” y el resto va a parar a los bolsillos de los traficantes e intermediarios, dijo la experta, subrayando que las cifras varían en función del país.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que anualmente se llevan a cabo alrededor de 120.000 trasplantes en todo el mundo (119.873 en 2014), lo que supone aproximadamente un 10 % de la demanda total.
Esta misma institución, según recordó la doctora española, cree que entre un 5 % y un 10 % de esa cifra total de trasplantes proviene de “un mercado internacional de órganos” pero, recuerda, cuando se habla de mercado negro, se hace con estimaciones. EFE