Luis Alberto Buttó: Inseguridad

Luis Alberto Buttó: Inseguridad

Entre los años 1991 y 1999 del siglo pasado, se produjo en territorio de la antigua Yugoeslavia la denominada Guerra de los Balcanes, la cual arrojó un estimado global de 200.000 muertos. Vale decir, ocho años de guerra, con intervención de la OTAN incluida, con un promedio de 25.000 vidas perdidas cada año. Décadas atrás, había culminado la Guerra de Vietnam que, al igual que la de los Balcanes, conmocionó a la opinión pública mundial. Contando tan sólo las víctimas del bando estadounidense (las sufridas por el pueblo vietnamita superaron el millón de almas), se sabe que la cifra ascendió a 58.159 soldados caídos en combate. En septiembre de 1985, aconteció en México un terremoto de magnitud 8.1 en la escala de Richter, evaluado entre los 10 sismos más demoledores de los que se tenga registro veraz. Cifra estimada de fallecidos: 20.000 habitantes del hermano país norteamericano.

Según los cálculos aportados por el Observatorio Venezolano de Violencia, en 2016, ocurrieron en nuestro país 28.479 muertes violentas, distribuidas de la siguiente manera: 18.230 homicidios; 5.281 decesos por resistencia a la autoridad; 4.968 muertes en averiguación (es decir, sin intencionalidad conocida). En otras palabras, las muertes violentas escenificadas en Venezuela durante el año pasado superaron el promedio anual de muertes que signó a la Guerra de los Balcanes; fueron superiores a las causadas por la fiereza de la tierra en México aquel fatídico septiembre del 85 y representaron casi la mitad del total de militares de la potencia del norte que dejaron su sangre en el sudeste asiático. Si eso no implica una tragedia nacional brutalmente espantosa, es imposible que el entendimiento humano pueda darle tal calificativo a cualquier otra conmoción social.

Mientras tanto, entre 2006 y 2014, el Estado venezolano gastó en la compra de aviones, barcos y helicópteros de combate, más de 3.763 millones de dólares. Para poner el asunto en real y dramática perspectiva: este monto fue, por muy poco, el equivalente al presupuesto de la Organización Mundial de la Salud para los años 2013-2015; tres veces el presupuesto de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura para los años 2014-2015; más de cinco veces el presupuesto de la UNESCO para los años 2012-2013 y cerca de mil veces el presupuesto de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados durante el año 2013. La seguridad de los viandantes venezolanos no fue, precisamente, lo que espantó el sueño de quienes tomaron la decisión de adquirir esas toneladas de armamento.

Para decirlo con claridad, no se sabe cómo enfrentar el problema de la inseguridad ciudadana. Así de sencillo. El show mediático no basta para detener a la delincuencia cruel, enseñoreada, envalentonada, impune. El sufrido pueblo venezolano está perdiendo la más importante de las guerras: la guerra real por los pocos bienes materiales y la vida preciada.

Historiador

Universidad Simón Bolívar

@luisbutto3

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