Régimen vende sofá, por José Domingo Blanco (Mingo)

Régimen vende sofá, por José Domingo Blanco (Mingo)

Llega el marido a casa y encuentra a la mujer haciendo el amor con otro en el sofá. Entonces, el esposo cornudo, para castigar la infidelidad… ¡bota el sofá! No es la primera vez que uso este chiste para explicar cómo reacciona el régimen cuando estalla una noticia, de esas bien escabrosas, que pone al descubierto un nuevo escándalo de corrupción o supuestas vinculaciones de importantes personeros gubernamentales con el terrorismo, el narcotráfico y otros graves delitos. En países “normales”, democráticos y donde se practique la independencia de poderes, al día siguiente de denunciarse algo así y que, sin vetos ni mordazas, se comunica por los medios, el gobierno reacciona e inicia, mínimo, las investigaciones de rigor. Aquí, no…Aquí, ¡se bota el sofá!

 

En nuestro país, reina la impunidad. Y entre los integrantes del régimen, una complicidad que los hace cohesionarse inmediatamente para, en un solo bloque, reaccionar contra los que ellos consideran los agresores de la Revolución. Esto no es ninguna novedad, lo sabemos. En Venezuela, desde hace unos cuantos años, no se castiga al corrupto, no se le pide que entregue el cargo público, no se somete a una investigación formal; simplemente, se castiga al medio que difunde la noticia. Como si con eso se oculta la verdad. O se tuerce la verdad y todo, como por arte de la censura, sigue siendo el paraíso donde sólo ellos, los del régimen y sus allegados, viven felices.

 

No nos tomó por sorpresa que Maduro, ¡otra vez en cadena nacional!, gritara “fuera CNN”. No nos resulta extraño que, en menos de 24 horas, Conatel obedeciera las órdenes. No nos asombra tampoco que el presidente de Conatel diga “que el canal de noticias no fue censurado ni lo será jamás” y que la decisión obedece más a una violación de la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión –la Ley Mordaza, ¿la recuerdan? – que al deseo de cumplir con el capricho de Nicolás.

 

No es la primera vez que pasa: ocurrió con Radio Caracas Internacional; luego, con NTN 24. Mucho había tardado el desgobierno en “pedir la cabeza” de CNN en Español, y arrastrar a TV Azteca en la censura por hacerse eco de la denuncia que el régimen insiste, fue un montaje lleno de mentiras que solo busca desestabilizar. Cuando se coarta de esta forma la libertad de expresión, no es un problema que nos afecte solo a los comunicadores sociales. Es algo que perjudica a toda la población venezolana porque la Constitución consagra nuestro derecho –repito: ¡Nuestro Derecho! el de todos los venezolanos – a estar informados. Es nuestra decisión escoger qué o quiénes serán nuestras fuentes de información. Cuando se prohíbe la señal de un canal de televisión o se bloquea el acceso a cualquier otro medio de comunicación que el régimen considere adversario a su revolución, se viola nuestro derecho a estar informados. Se vulnera nuestro libre albedrío y se reafirma la ideología que impera en este régimen.

 

La realidad que vivimos a diario los venezolanos no cambia porque deje de aparecer en las pantallas de un canal de televisión. El descontento generalizado no se oculta impidiendo que se publique o difunda una información. La corrupción, el narcotráfico, el hambre, la pobreza, la escasez, la violencia y la delincuencia no desaparecen porque el régimen prohíba a los reporteros –nacionales o extranjeros- hacer su trabajo e informar. La verdad no puede ocultarse por más que se incauten cámaras, se borren imágenes, se saquen del aire señales o se niegue el acceso al papel que se utiliza para imprimir los periódicos. Incluso si nos llevan al blackout absoluto, nuestra cotidianidad, ésta lamentable cotidianidad llena de hambre y corrupción que se multiplica y hace metástasis, superará los bloqueos que imponga el régimen para intentar acallarla.

 

En Venezuela, la nueva realidad engendrada y fomentada por el chavismo/madurismo nos desborda. Aturde. Duele. Es una realidad que golpea el alma de quienes creemos que el progreso se logra con honestidad. Es esa realidad, esa inhumana verdad –la que el régimen intenta disfrazar y maquillar- que no puede taparse porque hiede a muerte y descomposición. Porque pese a la censura y las represiones, solo basta circular por nuestras calles para toparnos de frente con la miseria. Porque, los casos son tan grotescos y bochornosos, que sobrepasan la capacidad de los medios para comunicarlos y terminan difundiéndose casi que por si solos.

 

Venezuela es noticia. Mi país tiene demasiado tiempo en el spotlight de los medios de comunicación mundiales. Y en vez de llenarnos de orgullo, muchos sentimos pena. Pena de que esas noticias ya no son para anunciar nuestros logros, sino para dejar al descubierto la fístula de putrefacción que se impuso con este régimen. Son noticias que tienen como protagonistas a los líderes de la Revolución. O a la generación que ha crecido en esta Revolución. O al hombre nuevo chavista. Y mientras los medios de comunicación luchan por seguir informando y denunciando, el Estado promueve a quien fomenta los antivalores y premia al corrupto. Sin embargo, abrigo la esperanza de que, más temprano que tarde, los caimanes del mismo pozo y los carroñeros de siempre, arremetan entre ellos, hagan implosión y se imponga un nuevo orden. Porque la ambición enceguece y, por lo general, se conjuga en primera persona sin clemencia…caiga quien caiga.

 

@mingo_1

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