Está más que claro para cualquier observador medianamente enterado de las relaciones económicas en nuestro hemisferio, que la ALBA no es una organización de integración en nuestra región. Que ha sido más bien un parapeto financiado por el petróleo venezolano, cuya incidencia, desde el punto de vista de la unificación económica de sus miembros, es nulo.
En su momento, fue la concreción de las ideas que desde el Foro de Sao Paulo se venían formulando sobre esa materia.
Como es bien sabido, a la caída del Muro de Berlín, la izquierda marxista o neomarxista del mundo entero, quedó huérfana, políticamente hablando. Su modelo de sociedad, la socialista-comunista, que era la Unión Soviética y su periferia, se derrumbó, podrida como estaba hasta sus cimientos más hondos, por un sistema económico ineficiente, un entramado político conculcador de las libertades, corrupto, y una estructura social injusta y decadente.
Esta debacle dejó a la izquierda aturdida y desorientada, sus más preciadas creencias y seguridades ideológicas se habían descalabrado, y aunque algunos despertaron del delirio utópico, otros, aferrados al dogma fracasado, comenzaron a buscar la manera de sobrevivir. Para éstos, era necesario un remozamiento, adoptar nuevas formas, pero manteniéndose fiel al legado doctrinal. La operación comportaba llenar el odre viejo con un aparente vino nuevo. Y así lo hicieron, luego que pudieron recuperarse del uppercut fulminante recibido.
El Foro de Sao Paulo fue una de las salidas que esa izquierda borbónica agenció para seguir vigente.
La ALBA, como idea, es hija de esa organización. Pudo llevarse adelante gracias a la aparición en escena de Hugo Chávez y del petróleo de los venezolanos. Así, se produjo una sinergia entre el Foro, impulsado y financiado por Lula Da Silva en Brasil y desde Cuba, por Fidel Castro.
Luego, bien “aceitados” por el dinero de los venezolanos, se fueron incorporando a la “organización”, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y otros.
Esta semana pasada ALBA se reunió en Caracas. Sólo 3 presidentes asistieron, a pesar de que se pretendía convertir la reunión en acto apoteósico, por cumplirse años de la muerte de Chávez. Los discursos, los mismos anacrónicos y cansinos de siempre. Como si la realidad no hubiera cambiado. Los desvaríos y paranoias de una ideología desfasada se reiteran. Los múltiples y evidentes fracasos de tales ideas no se han reconocido y asimilado, viven sus líderes en un mundo aparte. La alienación es patética.
La hipocresía que trasluce la declaración oficial del encuentro es notoria. Las fuerzas políticas más corrompidas que han gobernado nuestra región en los últimos tiempos vienen ahora a rasgarse las vestiduras ante las prácticas de latrocinio y defraudación de los patrimonios públicos. Como si no supiéramos que PDVSA y Odebrecht, entre otras empresas, han servido de instrumentos para el enriquecimiento personal y el despilfarro de los gobernantes de países de la ALBA.
Los albanos, sabiendo que ya nadie les cree y que todo el mundo está enterado de lo destructivo que han sido para sus países, y que la integración enarbolada no es tal, recurren al expediente de siempre, el de la conspiración del enemigo imperialista y neoliberal en su contra, con el solo propósito de encubrir sus propios fracasos.
Por otro lado, piden la reagrupación de sus fuerzas para enfrentar al enemigo imperial y sus maniobras, cerrando filas, en particular y de manera insólita, al lado de funcionarios gubernamentales señalados por delitos de lavado de dinero y narcotráfico.
Queda claro que un ALBA en acelerada descomposición, sin un gobierno que la financie, carente de los apoyos que venían antes de Argentina y Brasil, con la posibilidad de que en Ecuador cambien las cosas, no le quedará otra que volver a la calle a incordiar, a crear problemas y a maniobrar contra los gobiernos democráticos, tal y como ya sucede en Argentina.
La ALBA va transitando inexorablemente hacia su entierro seguro, no tengo la menor duda. Ahora, el Foro de Sao Paulo no tendrá quien le dé recursos para su aero-transporte, pero sí comenzará a generar tensiones de manera artificial en aquellos países en que se ha implantado. Su ideología nefasta aún sigue perdurando en grupos extremistas que hacen vida en nuestros sociedades, y con las cuales habrá lidiar.
EMILIO NOUEL V.