Desde el año 2014 el país ya daba signos inequívocos de anarquización. El tráfico caraqueño con sus endemoniados motorizados era un claro ejemplo. Otro, lo orinadores en plena vía pública, como se ven subiendo desde La Guaira a Caracas todos los domingos. Las manadas de niños de la calle comenzaban a hacerse notar en muchas de las ciudades de Venezuela.
La anarquización se alimentó por la impunidad. El gobierno de Maduro es por mucho el más débil e ineficiente de la historia contemporánea venezolana. Además su movimiento político, el chavismo, copó la institucionalidad -poderes ejecutivo, legislativo y moral- con militantes, con poco o ningún mérito profesional ni equipaje ético o moral, debilitando al extremo al Estado venezolano.
En agosto de 2016, el Observatorio Venezolano de la Violencia OVV denunciaba que el 92% de los asesinatos que ocurrían en el país quedaban inpunes. “La extendida impunidad, que deja 92 de cada cien homicidios sin resolver, es el principal incentivo de los criminales” afirmó Roberto Briceño León, director del OVV. “Lo que genera una sociedad violenta es la falta de cumplimiento de leyes, de líderes políticos que den el ejemplo para construir un modelo ciudadano de convivencia, no la pobreza. Venezuela es una bomba de relojería”. advirtió Briceño León. Ese año Caracas, según cuentas del OVV, alcanzó la espeluznante cifra de 119 homicidios por cada 100 mil habitantes, la más alta del mundo.
De la anarquía a la somalización
Con la anarquía apoderada del país, en la República se establecieron vastas zonas somalizadas. La somalización es “la destrucción violenta en un Estado del orden jurídico, la autoridad y los derechos de la gente a manos de grupos rivales”.
Es un proceso en expansión. El Estado Sucre y el Delta del Orinoco están somalizados. El Arco minero, zonas del Estado Guárico, de Estado Aragua, el Sur del Lago, el codo tachirense, el oriente del Estado Falcón y el occidente de la Guajira también.
Ahí las mafias del narcotráfico, el contrabando, el secuestro, la extorsión, el hurto y la minería ilegal han sustituído a la institucionalidad y ejercen el control sobre la población y el territorio.
La masacre de Tumeremo del año 2016 le expuso al país y al mundo la extrema somalización de esa zona. El 4 de febrero de 2016, la banda de delincuentes “Tren de Aragua” logró paralizar el comercio del norte de la ciudad de Maracay al exigirles que “que no “ejerzan su función de a diario, para el día 04/02/2016?, pues ese día manifestarían por el asesinato de Emilio José Rojas Madriz, que aseguran fue cometido por funcionarios del Cicpc”. Durante los días 17 y 18 de diciembre pasado, saqueos teledirigidos en Ciudad Bolívar arrojaron pérdidas incalculables a más de 350 comercios a los que les robaron desde mercancía hasta cables de luz y motores de electrodomésticos y que hoy solo muestra una ciudad en ruinas. Igual pasó en Guasdalito, en el Estado Apure.
Los militares y la somalización
El cogollo en el poder, con la asesoría de castristas cubanos y guerrilleros Farc, utilizan a la Fuerza Armada Nacional como medida de disuasión contra la población opositora del país. Pretenden hacer ver, con regular éxito, que tienen carácter pretoriano, que son “patria o muerte” con la “revolución” y que podrían arremeter severamente contra civiles si lo ordena el “comandante en jefe”.
Nada más lejano de la realidad. La Fuerza Armada Nacional está totalmente inoperativa, con casi 2.000 generales activos, tropezándose entre ellos. El chavismo utilizó los ascensos para “cebarlos”, creyendo que con eso compraban lealtades. Para mantenerlos ocupados, el chavismo sacó a los militares de los cuarteles y le asignó funciones del mundo civil, entre ellas, la producción y distribución de alimentos, un estruendoso fracaso del intervencionismo rojo.
Los militares no se quieren hacer responsables de ese fracaso, producto de políticas diseñadas por asesores españoles y cubanos.
Pero tampoco quieren seguir siendo las primeras víctimas de las mafias que mandan en las zonas somalizadas, donde la muerte del militar y el robo de su armamento es sinónimo de coraje para el asesino dentro de las mafias, quienes además se ufanan de ello, subiendo a las redes sociales fotos y videos donde portan armamento, -pistolas, granadas y fusiles- de la Fuerza Armada Nacional.
No es difícil pensar que los militares venezolanos entienden perfectamente la expansión de la somalización en Venezuela. Son sus primeras víctimas. La ven de cerca, saben que de continuar la FAN perderá el monopolio legítimo de la violencia para mantener la integridad territorial.
Pero lo militares también pierden otra batalla en sus hogares, y es la de la misería que ha causado la “revolución” con la insensata destrucción de la economía nacional. Sufren, como todos los venezolanos, los efectos desvastadores de la hiperinflación que ha causado la monetización del déficit fiscal y la escasez de alimentos, medicinas, agua potable, electricidad, en resumen, sufren de una muy mala calidad de vida.
Muchos de ellos piden la baja. Dentro de la FAN son profesionales sin oportunidades.
El cambio urgente y necesario
Los militares en Venezuela tienen derecho a voto. Y como los civiles también quieren ejercerlo. Eso de militares contando fusiles es cosa del siglo pasado o de la pretensión de la propaganda oficialista de hacer creer eso a los civiles.
Pero han sido débiles en exigir ese derecho constitucional, que ha sido “cepillado” por el cogollo en el poder: Se robó el Referendo Revocatorio y hasta ahora las elecciones regionales
Por otro lado el liderazgo político nacional está en el deber inexcusable de promover una elecciones generales en Venezuela. La Asamblea Nacional calificó el abandono del cargo de Nicolás Maduro, quien ayer afirmó que aceptaría ayuda humanitaria de la ONU.
La integridad del país está en verdadero peligro y también la cohesión social.
Es tiempo de hacer valer el artículo 5 de la CRBV “La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público”
La relegitimación de los poderes, mediante el voto, es el primer paso hacia la recuperación de la senda de prosperidad de los venezolanos.
@morandavid