“Era terrible, había cuerpos por todas partes”, cuenta Rikard Gauffin, testigo del ataque con camión que ensangrentó Estocolmo el viernes hundiendo el corazón de la capital sueca, de costumbre animado, en un funesto silencio.
AFP
Restaurantes, bares y cines del centro de la ciudad cerraron sus puertas por la tarde y los habitantes de Estocolmo respetaron la consigna de las autoridades de permanecer en sus hogares.
El autor del ataque continuaba oficialmente en fuga el sábado hacia las 02H00 GMT.
El ataque se produjo alrededor de las 15H00 (13H00 GMT) cuando un camión embistió a peatones en una calle peatonal con abundantes comercios, la más frecuentada de la capital, Drottninggatan.
A esa hora, un viernes, los habitantes de Estocolmo salen de las oficinas. De hecho la calle estaba repleta de gente cuando surgió el camión.
El último balance de la policía dio cuenta de cuatro muertos y 15 heridos, entre ellos varios niños.
Los testigos describieron una masacre, cuerpos destrozados, ríos de sangre, una imagen dantesca hasta ahora inconcebible en una de las capitales considerada como una de las más seguras de Europa.
“Un camión grande entró (…), arrolló todo, pasó arriba de todo”, recuerda Rikard Gauffin. “Era aterrador”, dijo a la AFP.
Otro testigo, Marko, estaba en un café no muy lejos cuando vio pasar el camión. “Primero embistió a una mujer, y luego a otras personas”, relató al periódico Aftonbladet.
-‘Confinados en el cine’-
Hasan Sidi explicó por su parte que vio a dos ancianas acostadas en el suelo. Una de ellas perdía su sangre. “Una murió (…), no sé si la otra sobrevivió”. “La policía estaba en shock, todo el mundo estaba afectado”, dijo.
El camión terminó embistiendo la fachada de un comercio, desprendiendo un espeso humo blanco.
Los servicios de emergencia llegaron rápidamente a la zona y la policía cerró el barrio. Rumores de detonaciones hicieron temer en un primer momento otro ataque.
Las autoridades desplegaron helicópteros sobre la zona invadida por el ruido de las sirenas y las idas y vueltas de los furgones de policía en las calles pidiendo por altavoz a la problación que regresara a sus hogares.
El servicio de metro y de trenes suburbanos fue suspendido tras el ataque. Miles de personas, en pánico, dejaron el centro de la ciudad a pie. En los cines los espectadores tuvieron que permanecer confinados durante horas.
“De repente se interrumpió la película, nos dijeron que hubo un atentado y que debíamos permanecer en el interior. Ya van seis horas que esperamos en la sala de proyección sin poder salir”, explicó entonces a la AFP Lovisa, una estudiante contactada por teléfono.
Los hechos recuerdan los ataques perpetrados en Londres, Berlín y en Niza, en el sur de Francia, cuyos autores embistieron a una multitud con vehículos.
El 22 de marzo un británico de 52 años mató a cinco personas al lanzar su coche contra unos transeúntes que cruzaban el puente de Westminster en Londres, antes de apuñalar a muerte a un policía delante del parlamento.
En diciembre, 12 personas murieron después de que un hombre utilizara un camión robado para embestir a la gente que paseaba por un mercado de Navidad en Berlín.
El ataque más mortífero de este tipo en los últimos meses fue el del 14 de julio de 2016 en Niza. Aquel día, un individuo atropelló a numerosas personas que asistían a los fuegos artificiales con motivo de la fiesta nacional francesa, causando 86 víctimas mortales.
Los servicios de seguridad suecos advertían sobre la posibilidad de un ataque de esta naturaleza en Suecia, pero nadie lo creía realmente.
“Nunca hubiese pensado que podía suceder en Suecia”, reconoció Haval, un empleado de oficina de 30 años.