Con tan solo cuatro días de haber llegado al mundo, la vida de un bebé cambió de manera drástica. Fue arrebatado de los brazos de su madre por una mujer que buscaba calmar la pérdida temprana de su criatura. Así lo reseña Notitarde.
Transcurría el año 2013 y una mujer con marcados rasgos indígenas se encontraba con su bebé en los alrededores de la comunidad Warao, una población procedente del Delta del Orinoco, pero establecida desde hace varios años en las invasiones de Parque Valencia, parroquia Rafael Urdaneta.
Para la madre, esa fecha y ese lugar son imborrables. Fue allí, en el corazón del municipio Valencia, donde una mujer le arrebató a su recién nacido. Nada pudo hacer para evitar el robo de su hijo.
Sin información
En un intento por reencontrase con su pequeño, acudió al Cicpc donde denunció el delito. Sin embargo las averiguaciones no arrojaban resultado alguno. Pasó el tiempo pero la indígena no obtuvo mayor información sobre el destino de su descendiente.
El supervisor jefe José Candelo, director de Investigaciones y Procedimiento Policial de la Policía Municipal de Valencia, precisó que luego de cuatro años la madre logró ubicar a la mujer que se fue con su hijo.
Funcionarios que integran la brigada motorizada de la Polivalencia cumplían con su labor de patrullaje preventivo la mañana del viernes. Se desplazaban por las cercanías de Plaza de Toros, en una populosa zona conocida por la venta de pescado, cerca del velódromo.
A los uniformados se les acercó una mujer que de manera apresurada les señaló a la persona que supuestamente le quitó a su hijo. El paso del tiempo no le impidió recordar sus características.
Confesión
La comisión se acercó a Deisabel Estefani Mendoza Prada (26), la supuesta implicada en el robo del menor, y después de ser sometida a un interrogatorio, reveló el lugar en el que se encontraba el niño, quien ya cumplió cuatro años.
En una vivienda ubicada en el sector Bucarito del municipio Carlos Arvelo estaba el niño. Para el momento en el que los policías llegaron al inmueble lo acompañaba José Francisco González Acosta (33), esposo de Deisabel.
El pequeño no fue lesionado físicamente, además no presentó cuadro de desnutrición, pues era alimentado.
Antes que Mendoza cometiera ese delito, ella estaba en la “dulce espera”, pero este deseo maternal fue frustrado tras la pérdida de la criatura, ésa habría la causa que la motivó a tomar la decisión.
La pareja no tiene registro policial, ni tampoco son reconocidos por los vecinos como personas involucradas en delitos. Contrario a ello, son queridos en su comunidad, comentó el supervisor jefe. Ambos fueron aprehendidos por los efectivos como parte de las investigaciones.
Para constatar que la indígena y el varón son madre e hijo, se les realizará un examen de Ácido Desoxirribonucleico (ADN). Mientras esta prueba científica se practica y la fiscalía Vigésima Segunda del Ministerio Público realiza las averiguaciones para esclarecer el caso, esta autoridad ordenó que el pequeño esté bajo el cuidado de personal capacitado .