Pero afortunadamente, no fue así. La rabia y la indignación que siente el venezolano de a pie es tan grande, el hambre es tan intensa, y la desesperación es tan extrema, que la gente salió a protestar y a manifestar incluso durante los días santos. Algunas personas no recordaban que el 19 de abril de 1810, el día en que los caraqueños le dijeron a Juan Vicente Emparan que no lo querían como gobernante, fue precisamente un jueves santo. Mucha gente aprendió que se puede rezar y protestar al mismo tiempo.
El inquilino de Miraflores anda desesperado buscando un bombero. Alguien que lo ayude a apagar el fuego que se ha apoderado de todos los rincones del país. Pero muy pocos quieren asumir ese papel. Y aquellos que se han ofrecido para hacerlo, ya no pueden hacer nada porque nadie les cree. Las llamas que se observan en toda Venezuela no pueden ser sofocadas por Zapatero, Leonel Fernández o Martín Torrijos. Esos tres mediadores nunca fueron considerados como voceros neutrales en el conflicto político venezolano y ya no pueden detener ese rio desbordado y sin control en el que se ha convertido la sociedad venezolana como consecuencia del hartazgo y la desesperación.
Lo mismo ocurrió con Ernesto Samper Pizano y luego con Aldo Giordano, el nuncio apostólico que asumió la vocería de El Vaticano. Ninguno tiene en este momento la credibilidad, ni mucho menos el poder de convocatoria para tratar de apaciguar los ánimos caldeados de un pueblo que se cansó de tanta burla, de tanto atropello, de tanta vejación, de tanto maltrato y de tantas y tantas promesas incumplidas.
Vista así las cosas, Maduro ha decidido ofrecer a las fuerzas democráticas opositoras una ración de caramelos envenenados con cianuro: 1) retomar la mesa de diálogo; 2) elecciones regionales, y 3) Asamblea Nacional Constituyente.
1.- El Caramelo del Diálogo: Al proponer una reactivación de la Mesa de Diálogo, Nicolás quiere aplicar una vez más la estrategia que utilizó en 2016 para impedir la realización del Referendo Revocatorio. Fuimos muchos, quizá miles, los venezolanos que advertimos a la MUD sobre la inconveniencia de sentarse a la mesa a dialogar con un gobierno que estaba prácticamente caído. Desde diferentes partes del país se oyeron voces que alertaban sobre la errada estrategia de conversar con Maduro para llegar a algunos acuerdos. El tiempo nos dio la razón. Hoy nadie duda que la mesa de diálogo fue un gran fiasco que sólo sirvió a los propósitos del gobierno. Duele decirlo, pero fue así: no hubo Referendo Revocatorio gracias al diálogo. Hoy día, quienes pretendan dialogar con Maduro (en República Dominicana, en La Habana o en la luna) tendrán que asumir las consecuencias. El país les pasará por encima.
2.- El caramelo de las elecciones Regionales: Los comicios para escoger Gobernadores y diputados de los Consejos Legislativos debieron hacerse, de acuerdo con la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, antes de finalizar 2016. El gobierno, a través del CNE nunca hizo la convocatoria. Y la MUD, que para ese momento, era la única referencia opositora, tampoco se preocupó por ese proceso. Esa es la verdad. La MUD concentró todos sus esfuerzos en el Referendo Revocatorio, y dejó a un lado los comicios regionales con la única excusa de no hacer primarias, esperando que el CNE fijara la fecha para luego imponer candidaturas “a dedo” en todo el país bajo la deleznable y supuesta figura del consenso. Cuando se percataron que el gobierno no haría elecciones, a finales de año, empezaron a patalear pero ya el tiempo estaba perdido.
Si la MUD hubiese estado verdaderamente interesada en los comicios regionales habría organizado elecciones primarias a comienzos o mediados de 2016. Habría nombrado comandos regionales para el RR, dirigidos por los candidatos ganadores en cada región y habría presionado, desde la Asamblea Nacional, por la ejecución de ese proceso.
Maduro sabe que hay algunos sectores de la oposición que darían la vida por una Gobernación. El heredero de Chávez quiere engolosinar a la dirigencia política opositora, sobre todo aquella que está loca por obtener recursos financieros para mantener al partido y a la familia, con la promesa de unos comicios regionales. Por fortuna, no toda la clase política venezolana está ganada a aceptar esa oferta engañosa. Sólo unos pocos están dispuestos a sacrificar al país por una gobernación o una alcaldía. No hace falta mencionarlos porque la gente sabe muy bien quiénes son y dónde están.
3.- Asamblea Nacional Constituyente: Más recientemente, el ex chofer del Metro de Caracas se ha referido a la posibilidad de una Constituyente. Del lado de la oposición, hay un pequeño pero influyente grupo de venezolanos que apuesta por esta salida y que trabaja afanosamente para tratar de convencer al país de que esa es la mejor vía para acabar con la revolución.
Quienes hablan de una ANC, del lado de la oposición, tienen poderosas razones y argumentos para justificar su propuesta, pero olvidan dos pequeños detalles: a) no es lo mismo convocar una ANC cuando se está en el gobierno, a convocarla cuando se está en la oposición. Chávez prometió una ANC y la convocó en 1999, después de haber ganado la presidencia. El chavismo arrasó en la Constituyente de 1999, pero lo hizo gracias al portaviones de un Chávez que ya había ganado las elecciones en diciembre de 1998. Si Chávez hubiese logrado convocar la ANC antes de hacerse de la Presidencia de la República la historia quizá habría sido muy diferente.
En mi modesta opinión, la Asamblea Nacional Constituyente es muy necesaria, pero su convocatoria tendrá que hacerse después que hayamos logrado sacar a Maduro del Palacio de Miraflores. Sólo una ANC puede corregir las desviaciones constitucionales en las que ha incurrido el gobierno de Maduro y reinstitucionalizar al país, empezando por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, institución que, hoy por hoy, no defiende los sagrados intereses del país, sino más bien los intereses de una cúpula ideologizada y corrupta.
- b) Hay que tomar en cuenta, sin embargo, que la ANC deriva de un proceso electoral muy complejo, que no puede llevarse a cabo sin la venia y la colaboración del Consejo Nacional Electoral, institución secuestrada por el Poder Ejecutivo y más concretamente por el partido de gobierno, el PSUV, cuyas rectoras no harán absolutamente nada para ayudar a convocar un proceso de elecciones cuyo resultado inevitablemente las sacará del poder.
La apuesta del gobierno de Maduro es no hacer elecciones. Ni regionales. Ni presidenciales. Mucho menos para una ANC. El gobierno ha descartado la vía electoral. Han transcurrido casi 4 meses de 2017 y todavía no hay cronograma para los comicios regionales, mucho menos para las presidenciales, y por supuesto, muchísimo menos para unas elecciones generales o una ANC. Es una de las grandes diferencias que hay entre Chávez y Maduro. Chávez hacia elecciones casi todos los años, porque sabía que tenía los votos y porque era su manera de demostrar, ante la comunidad internacional, que su revolución socialista tenía apoyo popular. Maduro no hace elecciones, no solamente porque no tiene votos, sino porque sabe que su aprobación en las calles es casi igual a cero.
A la oposición, por tanto, lo único que le queda es la calle. No hay nada más que buscar que no sea la protesta popular, pacífica y constitucional. La única elección que puede resolver esta crisis es la presidencial, que permite salir de Maduro. Esta crisis no se resuelve con 20 gobernadores. Mucho menos con 200 alcaldes. Maduro puede sobrevivir con gobernadores y alcaldes opositores, porque a todos aplicará la misma medicina que aplicó y que sigue aplicando a la Asamblea Nacional. La lucha tiene que ser, por lo tanto, en la calle, exigiendo unas elecciones generales convocadas para finales de 2017, la inmediata liberación de los presos políticos, la renuncia de los magistrados del TSJ y de las rectoras del CNE, y el respeto a la autonomía de la Asamblea Nacional.
La dirigencia opositora debe tener mucho cuidado de no pisar el peine. Dios quiera y los partidos que integran la MUD no se coman ninguno de los tres caramelos envenenados que les está ofreciendo el gobierno. Quienes estamos del lado de la democracia estaremos muy activos, para acompañar todas las acciones de calle que sean convocadas y ejercer nuestro derecho constitucional a la protesta, pero también muy vigilantes para impedir que alguien quiera vender nuestra lucha por un caramelo o por un plato de lentejas.
- 24 de abril de 2017
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