Asombra, asquea y molesta la perversidad oficialista. Sorprende, aún más, la muestra mortífera de terquedad con incompetencia, la comprobación de que todo lo que proponen o prometen se esfuma en el olvido, se hunde entre incumplimientos y derroche de dineros, ambos casos son corrupción.
Es posible que la protesta ciudadana, se esté yendo de las manos como algunos alertan. Son muchas las conjeturas y aun mas las especulaciones. Lo cierto es que la violencia y represión está en patrocinios oficialistas. Guardia y Policía, cuyos miembros son integrantes del mismo pueblo que gasean y patean, son dos instituciones, que no sólo están desprestigiadas sino aún más, son censuradas por ciudadanos de los sectores medios y bajo. Y aún peor que ellos, son detestados, los civiles armados y entrenados como podencos de cacería para la brutalidad y agresión; quien tenga duda pregunte a cualquier asistente de las recientes manifestaciones o, para más detalles pavorosos, a los vecinos de El Valle, Bello Monte, Quinta Crespo, San Martín o Montalbán, por sólo nombrar unas pocas zonas de la capital sin olvidar las del interior.
Las marchas de este sábado fueron menos atacadas -“menos” no significa “no”- presuntamente por una petición expresa de la Iglesia venezolana. Desmentida por el Arzobispado de Caracas, pero en nada desvirtúa que podamos usarlas como ejemplo de que es posible manifestar en protesta pacífica y sin violencia, con sólo la adecuada y comprensible vigilancia, lo criminal es lo que han venido haciendo.
Gobierno y oficialismo siguen dando palos de ciego guiados por ofuscados, sordos y torpes políticos, altos militares atemorizados al darse cuenta que la calle y la Caracas que consideraban territorios exclusivos, propios, ya no lo son. Que hay una ciudadanía dispuesta a salir a expresar con fuerza admirable su insatisfacción cada día con menos temor, que protesta a protesta aprende un poco más a defenderse de la guerra química, perdigones y demás despliegues en su contra. No es sólo tener poder y morder sin piedad para conservarlo, el pánico es preguntarse a dónde irán cuando lo pierdan. ¿En cuál país serán protegidos contra los inevitables procesos por violación a los derechos humanos, para no tocar otras culpas? Tienen a Venezuela por cárcel.
La dirigencia opositora por fin públicamente unida, es una bandera estupenda de satisfacción por lo deseable, es lo que la ciudadanía, de todos los niveles socio-económicos, no sólo desea, sino exige. Una oposición articulada motiva, desunida desalienta, no genera confianza y mucho menos fe. Mientras el oficialismo cabalga sobre cañones de fusiles, la oposición unificada lo hace sobre esperanza y anhelos venezolanos que hasta hace apenas un mes estaban indiferentes, hartos y frustrados.
Sin embargo, no se puede continuar basándose únicamente en la irritación y desgracia popular. Cada día bastan menos las insignias esgrimidas. Es tiempo de emociones, voluntades enfebrecidas, pero también es hora de proclamar objetivos.
¿Por qué y para qué salimos a las calles a luchar por libertad y democracia? Aparte de un acto de justicia básica, ¿cómo se concreta la libertad de los presos políticos y el regreso de los exiliados? ¿Hacia dónde y cómo iremos tras la salida del régimen y la intolerancia? ¿Cómo se protege al ciudadano por la falta de decoro, deterioro de la ética y moral, inflación, inseguridad, escasez de alimentos y medicinas, etcétera?
Es hora de que la oposición en general -no cada partido por su cuenta, ese tiempo no ha regresado todavía- diseñe y proponga a los venezolanos su plan país, o corremos el peligroso riesgo de que el día siguiente, sea una nueva decepción. Deben tener definido y presentar su programa de Gobierno; tener el valor, la sinceridad e inteligencia de marcar el camino a seguir a partir del momento mismo cuando el oficialismo pase a ser oposición. Porque va a ser oposición le guste o no. Y ese programa, incluye, como seguramente incluirá, sacrificios y espera.
Menester recordar la frase famosa de Winston Churchill, cuando al frente de una Gran Bretaña aislada y destruida en guerra por la tiranía asesina de nazis y fascistas, en vez pronunciar irresponsablemente un discurso populista, demagógico de político tradicional, planteó sin titubeos ni añagazas lo que sería su jefatura en aquellas circunstancias: “Sólo puedo ofrecer sangre, sudor y lágrimas”. Eran años de conflagración, y derrotar al enemigo es la prioridad. En nuestro caso, quitarnos de encima esta desgracia, este error de la historia que es el maduro-castrismo. Cumplido, vendrá la reconstrucción de esta gran nación.
Convocar a las calles, enfrentar la ferocidad uniformada y motorizada, es fundamental y debe continuar mientras sea necesario, el pueblo lo sabe y la oposición lo ratifica día tras día. Sin embargo, los ciudadanos de bien y principios deben seguir alertas, no dejarse engañar nuevamente por deseos íntimos comprensibles, ni por nuevas artimañas, como la treta de la pausa en la represión -ayer verdugos y malandros, hoy piadosos y querubines-, el diálogo y contubernios en secreteos -difamatorios e imaginarios-, sufragios sin norma ni equilibrio, deseos hipócritas de paz y demás falsedades típicas que utilizan expertos del G2 cubano para confundir.
Las marchas del sábado hacia las sedes de la Conferencia Episcopal, en su mayoría pacíficas y poco atacadas por los “señores” de los gases y peinillazos. No obstante, las cosas volverán al nivel feroz al cual nos estamos acostumbrando. No hay que dejarse seducir por audios que hablan de alzamientos militares ni de batallones en rebeldía. ¡Pura paja! El poder sigue siendo el poder, los colectivos siguen motorizados, armados y ávidos de transgredir normas.
Es necesario enarbolar con franqueza y sencillez entendible para su comprensión la compleja bandera del día después. Hay que prepararse para el futuro, que es ya. Venezuela está hecha pedazos, sus instituciones y poderes públicos no existen. Recoger las ruinas no será tarea sencilla, reconstruir la nación mucho menos. Hay que decirlo. Los venezolanos han demostrado que la verdad no los atemoriza, al contrario, los determina.
@ArmandoMartini