El Gobierno de Venezuela ha optado por apartarse de la Organización de Estados Americanos (OEA) tras constatar que en el organismo hay una mayoría de países determinada a presionar al presidente, Nicolás Maduro, para que cumpla el calendario electoral y libere a los políticos presos.
La retirada de Venezuela “muestra hasta qué punto el proceso de debate y condena de la OEA ha sido relevante para el Gobierno venezolano, aunque este niegue que le importa”, indicó a Efe Cynthia Arnson, directora del programa latinoamericano del centro de estudios Wilson Center.
“Su retirada -agregó- también ahonda en el aislamiento de Venezuela en el hemisferio, hasta un punto sin precedentes en la historia reciente”.
La aprobación este miércoles de la convocatoria de una reunión de cancilleres para abordar la crisis política venezolana, pese a la oposición frontal de Caracas, evidenció que el chavismo ha perdido la hegemonía política que tuvo durante años en la región y, por ende, en la OEA, y ya no puede evitar la presión del organismo, según los expertos consultados por Efe.
Ante esa realidad, Maduro solicitó este viernes la salida de la organización, que no se hará efectiva hasta 2019 y es un paso sin precedentes.
Ni siquiera Cuba, al que se suspendió en 1962 y se le levantó esa suspensión en 2009, denunció nunca la Carta de la OEA, por lo que es miembro aunque no participe y asegure no tener intención de volver a hacerlo.
La decisión de retirarse “muestra que al Gobierno de Maduro le importa ser avergonzado por la comunidad regional”, dijo a Efe el presidente del centro de estudios Diálogo Interamericano, Michael Shifter.
“Venezuela quizás esté dando este paso histórico principalmente por razones domésticas. La crítica constante de los Gobiernos latinoamericanos está teniendo un impacto negativo internamente y debilita a un Gobierno ya asediado”, explicó el experto.
El Gobierno de Venezuela acusa directamente tanto a los países que le presionan en la OEA como al secretario general, Luis Almagro, de alentar, con sus críticas, la violencia en las marchas antigubernamentales que se suceden en el país desde hace un mes.
Almagro, que asumió el cargo en 2015, lidera la presión a Maduro desde hace casi dos años, cuando la gran mayoría de países de la región prefería no pronunciarse sobre la situación venezolana, apelando a una solución nacional y al diálogo entre Gobierno y oposición.
El chavismo siempre ha sido muy crítico con la OEA, un organismo al que acusa de estar a las órdenes de EE.UU. pese a que, durante los años del fallecido presidente Hugo Chávez, Venezuela gozaba de hegemonía política en la región y, por tanto, en la organización.
Venezuela solía contar con el apoyo en bloque de los países caribeños que durante más de una década se han beneficiado de su petróleo subvencionado a través de Petrocaribe, una alianza “que está ahora en soporte vital”, apuntó Shifter.
En ese bloque se han presentado fisuras que, sumadas a los cambios de Gobierno en Brasil, Argentina y Perú, han dejado a Venezuela sin la influencia que tenía en la OEA y, como se ha encargado de recordar este mes EE.UU., “cada vez más aislada en la región”.
Esta semana un periodista preguntó al embajador venezolano en la OEA, Samuel Moncada, por qué Venezuela sí quería estar en la organización cuando ganaba las votaciones y por qué se va ahora, cuando las pierde.
El diplomático dijo que los de ahora son “tiempos oscuros en la OEA” y llamó a los países que presionan a su Gobierno “los Caínes de América” por “tratar de linchar a un hermano obedeciendo las órdenes de quien les construye un muro”, en referencia al que el presidente de EE.UU., Donald Trump, ordenó construir en la frontera con México.
Almagro, que ha centrado hasta ahora su mandato en presionar a Maduro, “ha logrado convertir la OEA en el foro central del debate sobre Venezuela”, indicó a Efe Michael McCarthy, profesor de relaciones internacionales de la Universidad George Washington.
Pero la retirada de Venezuela deja en el aire muchos interrogantes, por ejemplo cómo seguirán Almagro y los Estados miembros buscando soluciones a la crisis del país con su asiento vacío.
También está en duda qué consecuencias tendrá para Venezuela en otros organismos como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que nació en el seno de la OEA, aunque desde el banco institucional se descartaron modificaciones.
“Un cambio en el estatus de la membresía en la OEA no tiene un efecto automático en la membresía del BID. No hay estipulaciones contractuales de préstamo o políticas que aceleren el repago de préstamos, suspendan elegibilidad para otros préstamos, o que requieran que un país miembro mantenga una relación específica con la OEA”, señaló Paul Constance, portavoz del banco a Efe.
En cualquier caso, Venezuela seguirá siendo miembro de la OEA hasta 2019, una fecha posterior a las elecciones presidenciales previstas en el país para 2018.
De manera que todos los interrogantes se resolverán con la respuesta al más importante: ¿qué ocurrirá en la política interna venezolana de aquí a entonces? EFE