Cileida Fernández apenas llega a su hogar. Debió trasladarse en tres carritos, un bus y hasta en una chirrinchera (pickup acondicionada para cargar pasajeros) y así completar su viaje que inició a las 6:00 de la mañana y culminó a las 8:00 de la noche. En su hogar la esperan sus dos pequeños, quienes la reciben con mucho amor, ella les hace un cariño y les prepara la cena, reseña La Verdad del Zulia.
Luego de trabajar seis días a la semana por más de 10 horas diarias, una pequeña bolsita con algo de pan y queso sirven para mitigar el hambre de su familia y alimentar los sueños que la mantienen en pie. Para ella, es este Día Internacional del Trabajador no tiene nada que celebrar. Su sueldo apenas le alcanza para “medio comer” y las salidas o ratos de esparcimiento cada vez son menos.
Dura realidad
Mónica Mosquera es psiquiatra y tilda la situación emocional de los trabajadores del país como muy mala, puesto que los sentimientos que imperan en ellos son la “impotencia, rabia e incertidumbre”. Para la especialista, no existen sentimientos de satisfacción debido a que las necesidades no pueden satisfacerse.
Enfatiza que el contexto actual no permite que las personas tengan las mejores emociones y que estas sean controladas. “No hay un equilibrio emocional. Cada vez el tiempo destinado para la recreación o esparcimiento es menos. Las personas están tristes y existen muchas amenazas que favorecen el desbalance”.
Mosquera explica que no puede existir un equilibrio físico y emocional debido al exceso de trabajo en donde no existe el descanso o la diversión. “La familia y las amistades se descuidan, lo que ocasiona alteraciones porque estos grupos son las principales fuentes de felicidad, y al estar ausentes se producen patologías que se evidencian al sufrir úlceras, infartos o hipertensión”.
Frustración
Neyda Soto, quien es encargada de un establecimiento de comida muestra una lista de todo lo que necesitan en su casa. Los principales requerimientos en ese papel son la comida y el transporte, mientras se le quiebra la voz asegura que anhela tiempo y poder hacer feliz a sus hijos. “Todo esta tan difícil. Siento rabia y estamos de manos atadas porque vemos cómo el tiempo pasa y cada vez la cosa es más complicada”.
Cileida debe continuar una rutina que parece jamás terminar. En ella, lidia con los problemas en el transporte, la insuficiencia de salario y el poco tiempo que le destina a su familia y amigos. “Estoy deprimida y cómo no estarlo. Nos queda seguir luchando para salir adelante, pero cada vez que veo cómo lo único que podemos comer es harina, siento que vivo para trabajar”.