Leonardo Fernández: Apología al odio

Leonardo Fernández: Apología al odio

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La predica de odio que se hace desde el discurso oficial es algo fácil de constatar, solo con ver una cadena presidencial o cualquiera de los discursos de los dirigentes del gobierno, en especial en ese tristemente célebre programa de Diosdado Cabello.

Esa narrativa gubernamental, que describe lo que sucede en Venezuela como la deriva golpista de un grupo enloquecido por el odio contra el país y contra los  salvadores de la patria, es un intento por socavar la convivencia pacífica entre los ciudadanos y promover la discordia. Profundizando el análisis discursivo podemos observar todos los elementos que integran la apología al odio.





Maduro y sus cómplices se empeñan en generalizar sus calificativos y englobar a todos los ciudadanos que protestan pacíficamente en el grupo que comete actos censurables como los saqueos y destrucción de propiedad. Se empeñan en resaltar a los ciudadanos que quieren cambio como monstruos llenos de maldad. Con sus palabras pretenden deshumanizar a estas personas y separarlos del grupo de hombres y mujeres que merecen ser tratados con respeto.

Esa estrategia discursiva, que ha sido trágicamente exitosa en regímenes como la Alemania Nazi, la Italia Fascista y la Sudáfrica del Apartheid, entre otros. Sin embargo, ha perdido su efecto entre la mayoría de los venezolanos, pero incide peligrosamente entre los más fanáticos del Madurismo y muchos integrantes de los cuerpos de seguridad.

Las grabaciones de funcionarios cantando querer “matar guarimberos” que han salido a la luz pública, el terrible asesinato del joven Paúl Moreno, cometido por otra ciudadana que arremetió contra un cierre vial arrasando quien estuviera a su paso, como si de insectos se tratara; son claras demostraciones que la instigación al odio entre hermanos de la misma patria ha penetrado en núcleos importantes (aunque minoritarios) de la población.

Esa predica insidiosa ha tenido una respuesta (natural, pero indeseable) en parte de los ciudadanos que buscan cambio, dedicándose al llamado escrache y al acoso por todos los medio de quienes identifican como enemigos, englobando entre ellos incluso a personas cuyo delito es portar un apellido determinado. Esta deriva del enfrentamiento cuyo desenlace final sería una terrible guerra civil, debe ser detenida por todos los que luchamos por un futuro mejor, pero la responsabilidad principal recae en el gobierno que debe cesar en la apología del odio, porque puede jugarle en contra en cuanto su inevitable abandono del poder se produzca.