Más allá de la cruenta batalla que el Gobierno libra cada día contra los ciudadanos, hay otra realidad que algunos exigen ignorar con conciencia sucia y muchos temores, otros dejan de lado porque la conocen, les repugna saber, es una desagradable verdad que no saben manejar. Y una gran mayoría ni siquiera está al tanto -aunque empiezan a intuirla-, es tan burlesca que cuesta disimularla.
Es el enredo, la tramoya, el no estoy de acuerdo, pero son mis amigos de toda la vida, ese nefasto venezolanismo encubridor y complaciente “¡es mi hermano!” A estas alturas de la historia es el escenario de complicidades automáticas, futuros y espinosos problemas cuando llegue la hora de la justicia.
Chavismo y madurismo no están aislados ni tampoco han destruido al país actuando en solitario, tienen socios, secuaces, testaferros que se han beneficiado de sorprendentes y sospechosas prosperidades de amigos y asociados de ocasión.
Cualquiera que recién regresa de viaje, ante la inevitable pregunta sobre los costos, explica con alegría haberse ahorrado un dineral gracias “a un pana” que le prestó su apartamento.
¿Y quién era ese amigo? Hijo de un modesto y cordial profesional sin demasiadas luces que había logrado inscribirlo en un buen colegio y graduarlo en la universidad. Cuando el chavismo cobró su engaño y se hizo con el poder, el bachiller estaba al final de su carrera y uno de sus mejores amigos era hijo de un recatado participante de aquellos azarosos momentos de 1989. Muchos se incorporaron al Gobierno en 1999, descubriendo oportunidades suficientes para hacer fortuna robándoles masiva y descaradamente el dinero a los venezolanos.
El socialismo de acomodo creció colmado de ocasiones y complicidades, ninguna corrupción nace ni se desarrolla sola. Dispusieron con premeditación, alevosía e intencionalidad una estructura en la distribución de las rentas públicas. Precisaron fuentes financieras confiables, no comprometidas. Implantaron un control de cambio más por razones políticas que económicas. Ambiciones y codicia con ignorancia, deslumbró a demasiados. La revolución bolivariana inventó su propia oligarquía, una mezcla de las élites de antes con nuevas surgidas de sus entrañas aderezadas de fantoches, oportunistas y aprovechadores que nunca faltan.
¿Cuántos y quiénes fueron los seducidos? La nueva realidad se tradujo en la creciente e innegable participación de una cantidad de venezolanos en negocios que, directa o indirectamente, rodeaban al gobierno. Siendo así, toda una escala de funcionarios incluyendo los salta-talanqueras de un lado a otro -no siempre hacia el Gobierno, a veces al revés, la política da para mucho.
Políticos, relacionados y familiares no escaparon a esa infamante voluntad de “póngame donde haiga”, infinidad de ejemplos en los cuales “enchufados” y “bolichicos” delincuentes se robaron y siguen robando sin compasión el erario público.
Esta circunstancia impide una ruptura y/o transición distinta a la del recato amiguero encubridor, sin autoridad moral, no todos los amigos están recluidos en el mismo partido. Son tantos los vínculos, ataduras e intereses urdidos que hacen compleja, una renovación profunda.
“Quítate tú pa’ ponerme yo” no significa “quítate y jódete” ¿alguien recuerda el conocido gatopardismo? Conservadores timoratos ni aguantan ni quieren una sustitución del régimen, solo admiten el desplazamiento que tolere continuidad y garantice una política nociva e hipócrita de amnistía y reconciliación, permitiendo a delincuentes ejecutores de abusos y desmanes escapar a la ley. Habrá sacrificados, como siempre, los mas pendejos y sin apoyo, hay que fregar a unos cuantos para que los más sigan tranquilos.
Una transición decorosa, seria, responsable que responda a la justicia, haría caer a demasiados de lado y lado, de todos los partidos y niveles socio económicos, por esa razón, se avanza con tanta cautela y mesura que muchos confunden con guabineo, ignorancia e impericia y la verdad no lo es. Sólo se busca tiempo para conducir este complicado ajedrez.
Han transcurrido semanas de salvajada represiva, abusos imperdonables e intolerables violaciones a los Derechos Humanos en protestas que el ciudadano ha convertido en lucha diaria, con sacrificios de integridades y vidas. Con ese sabor amargo, la interrogante obvia, ¿por qué seguimos? ¿Por qué Maduro continúa? ¿Por qué no cae la dictadura? La confusión es clara, la mayoría lo percibe, el régimen esta débil, esta caído, pero atornillado. ¿Cómo? ¿Es acaso posible? Pregunta incrédula de almas desesperadas.
¿Por qué la Asamblea Nacional no ha ratificado sus propias decisiones? ¿Por qué no cumplió sus promesas y defraudó? ¿Por cuál razón desconocida no termina de arrinconar los poderes que califica de ilegítimos, usurpados o abandonados? En la práctica, aunque lideren manifestaciones, están reconociendo, a Maduro y al Poder Ejecutivo como legítimos. Esto constituye un sinsentido, pues al mismo tiempo, lo acusan de dictador, de propiciar un golpe de Estado continuado, viajan por el mundo denunciando todo tipo de atrocidades y violaciones.
Un festival de contradicciones e incoherencias, difícil de interpretar.
La dictadura castro-madurista pierde sustento aparente, muchos se han desmarcado, y, por si fuera poco, critican con vehemencia la sospechosa propuesta constituyente. Similar en el campo internacional, un número importante de gobiernos y organizaciones manifiestan su malestar. La OEA dejó de lado la prudencia diplomática, solo rezagados parásitos minoritarios que mendigan limosnas temen perder privilegios y regalías. Pero Maduro se mantiene en el poder y no parece tener ningún apremio en abandonarlo.
Hay muchísimos que a pesar de acusaciones de divisionistas, desprecios e insultos insisten luchando y enfrentándose al régimen dictatorial, a la corrupción y la complicidad. Son heroínas y héroes. Han llamado a la tiranía por su nombre desde siempre, sin miedo ni titubeos. Es a ellos y ellas a quienes debemos apoyar, están luchando por un cambio real, radical, por una verdadera salida y refundación de la patria.
Mientras más luchemos, más alertas estemos a las complicidades de zánganos que han volado y vuelan alrededor de la abeja reina de la riqueza nacional. Vendrá una ruptura/transición, pero no puede ser la de cómplices, enchufados viejos y nuevos. No será de oportunistas, sino de virtuosos, que los hay en cantidad.
Inexplicable salir de una dictadura estúpida y delincuente a una democracia boba, débil y defectuosa con los mismos sinvergüenzas entreverados con los honestos. Será el momento del “se es o no se es”, así de simple, así de complicado. Ciudadanos honrados y capacitados, no pueden confiar nunca más en deshonestos e ignorantes, deben exigir y cuidar, una transición y futuros gobiernos de instruidos decorosos.
No se puede aceptar quebrantamientos de leyes ni perjuros, la amiga es la ley, es hora de instalar un Gobierno de la virtud.
@ArmandoMartini