Elizabeth Wettlaufer, una enfermera canadiense que admitió haber matado a ocho ancianos que estaban a su cuidado, fue condenada hoy a ocho cadenas perpetuas consecutivas por un tribunal canadiense.
Wettlaufer también fue condenada a diez años de prisión por cada uno de los cuatro intentos de asesinato y siete años de prisión por cada uno de los dos casos de asalto con agravantes que confesó.
De acuerdo a las leyes canadienses, Wettlaufer, de 50 años, no podría solicitar la libertad provisional durante 25 años.
El juez del Tribunal Superior de Ontario Bruce Thomas señaló hoy al dictar su sentencia en la localidad de Woodstock, 150 kilómetros al suroeste de Toronto, que Wettlaufer fue “la sombra de la muerte pasando sobre ellos (las víctimas) en el turno de noche que supervisaba”.
A principios de junio, Wettlaufer se declaró culpable de causar la muerte de ocho ancianos, de entre los 75 y los 96 años de edad, inyectándoles dosis mortales de insulina.
Los asesinatos se produjeron entre 2007 y 2014 en tres residencias de ancianos y un domicilio privado en los que trabajó.
Wettlaufer fue detenida en octubre de 2016 tras confesar sus acciones al personal de un hospital psiquiátrico de Toronto, donde estuvo ingresada para ser tratada de depresión.
El personal del hospital advirtió a la Policía de la confesión de la enfermera, quien fue detenida poco después.
Antes de que el juez Thomas leyera las condenas, Wettlaufer se dirigió a las familias de las víctimas para decir que lamentaba sus acciones y el daño que las había causado.
Un total de 19 familiares de las víctimas también leyeron declaraciones en el tribunal para expresar sus sentimientos.
También hoy, el Gobierno de la provincia de Ontario, donde Wettlaufer cometió sus crímenes, anunció la creación de una comisión de investigación pública para “asegurar que este tipo de tragedia no se repita nunca”.
EFE