La herencia de Pompeyo, por @lmesculpi

La herencia de Pompeyo, por @lmesculpi

 
Durante su ajetreada, intensa y fecunda vida fue uno de los venezolanos que más seudónimos utilizó. Los escogía por asociación de ideas, nombres y lugares; así selecciono el de Octavio Malpica por su padre y el apellido de su suegra o el de Daniel Chirinos , por uno de los fundadores del sindicalismo norteamericano, de quien se afirma nació en nuestro país Daniel de León y por José Leonardo Chirinos; sobre quién había iniciado un estudio y durante el allanamiento a su residencia,la policía política le decomisó más de dos centenares de ficha que había preparado para tal fin.
Utilizó el de Carlos Valencia cuando estuvo preso en el San Carlos, por el cuartel y Valencia “por la ciudad española que no se rinde”. Con estos seudónimos y el de Ezequiel Millán, por su segundo nombre y segundo apellido; escribió en la prensa mientras permanecía clandestino.

La última vez que cayó preso se identificó con una cédula como Luis Adolfo Riquezes Mora. Salió del país y regresó clandestinamente en el año 56 con un pasaporte a nombre de Pedro Rosas, para asistir al congreso donde Kruschev denunció lo crímenes de Stalin.

Sin dudas el más famoso de todos fue Santos Yorme, por ser del dirigente más buscado por la dictadura de Perez Jimenez, cuando logró burlar la implacable persecución de la seguridad nacional. Lo seleccionó por el personaje de Doña Barbara la novela de Gallegos y una composición de las letras de su nombre y apellido. Ya había olvidado el relato que alguna vez nos hizo de tal elección cuando la semana pasada Maripili Hernández me entrevistó en su programa, solo recordé que el seudónimo lo había extraído de una obra literaria, consulte a Iván -su hijo- quien recordó el origen del apelativo legendario.

Los seudónimos en Pompeyo Márquez forman parte del inmenso anecdotario de una vida de compromiso en la lucha social y política a la que dedicó ochenta de los noventa y cinco de su existencia. Cayó preso por primera vez en febrero del año treinta y siete cuando aún no había cumplido los quince años.

Su talento, coraje, probidad, su vocación unitaria y dedicación a la lucha por la democracia, su reconocimiento del grave error que significó la lucha armada y su voluntad de rectificación, la asunción de nuevos desafíos rompiendo con antiguos dogmas son aspectos de su vida sobre los cuales se ha escrito ampliamente. En uno de sus cumpleaños en esta misma columna hice una breve semblanza de su vida política.

Pompeyo el autodidacta, el hombre de ideas y de acción, siempre se preocupo por trasmitir los conocimientos adquiridos en su permanente estudio por conocer la realidad y por la dilatada experiencia acumulada, estimuló en los más jóvenes la preocupación por su formación. En aquel hermoso experimento que fue el MAS de los primeros años acuñó la frase “somos hijos del debate”, admiré su espíritu tolerante frente a las divergencias, nos tocó diferir en variados momentos, no permitió que las diferencias enturbiarán jamás el aprecio y la amistad.

Su cordial jovialidad le facilitó poseer amigos en diferentes ámbitos profesionales y del mundo cultural en general, en el medio político cultivó amistades fraternas incluso con quienes habían sido adversarios. Hay suficientes testimonios de esa cualidad que también lo definía.

Las vicisitudes por las que pasó en su dilatada existencia no hicieron mella en el aprecio, pasión y alegría por vivir, haciendo gala del buen humor que le caracterizó aún en las situaciones más difíciles.

Siempre le expresamos nuestro especial respeto y consideración, participamos de la organización de varios homenajes que le hiciéramos en vida, al cumplir ochenta años publicó sus obras escogidas, leo en dedicatoria del libro fechada el 30-4-2002 : ” A Luis Manuel (Héctor José) con quien desde muy joven he compartido tantas luchas por Venezuela”…

No puedo recordar -pese al dolor por su partida- con tristeza al amigo, compañero y maestro; el no nos los permitiría. Mi eterna gratitud por haberme honrado con su amistad y por las lecciones inolvidables aprendidas en las luchas compartidas. Estamos convencidos que su herencia -no hablo del legado por el mal uso actual del término- servirá de ejemplo a los luchadores sociales y políticos de las nuevas generaciones.

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